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Luiz Otávio Monteiro
24 de diciembre de 2008

Caso: Luiz Otávio Monteiro



Los asesinos continúan impunes 20 años después:

24 de diciembre de 2008
Por Clarinha Glock

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Cartas a la Autoridad

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Manaus, Amazonas – El 29 de diciembre de 1988 se encontró en un barranco junto a la carretera BR 319 de Manaus, capital del Estado de Amazonas, el cuerpo del periodista policial Luiz Otávio Monteiro, del periódico Amazonas em Tempo. Monteiro había sido asesinado de cuatro tiros con un revólver calibre 38 que perforaron su nuca y la parte posterior de su cabeza.

Manaus, Amazonas – El 29 de diciembre de 1988 se encontró en un barranco junto a la carretera BR 319 de Manaus, capital del Estado de Amazonas, el cuerpo del periodista policial Luiz Otávio Monteiro, del periódico Amazonas em Tempo. Monteiro había sido asesinado de cuatro tiros con un revólver calibre 38 que perforaron su nuca y la parte posterior de su cabeza.

Existe más de una hipótesis sobre los motivos el crimen. Monteiro poseía información privilegiada de fuentes de la policía. En los días que antecedieron a su muerte, amigos suyos lo vieron con una carpeta que desapareció después del asesinato. Informaciones recabadas por la SIP indican que el periodista sabía de la participación de policías y empresarios de la región en delitos de robo y contrabando, o en un escuadrón de la muerte. Tal vez estaba chantajeando a alguien para no divulgar sus denuncias.

Veinte años después, amigos de Monteiro ahora revelan otra sospecha: estaría recolectando datos sobre irregularidades en la administración del entonces gobernador, Amazonino Mendes. “Es sólo una especulación, además de improcedente”, responde Mendes a SIP en una entrevista por e-mail. “En ningún momento, ni en la etapa de la instrucción policial ni durante el proceso judicial, existe insinuación alguna que me involucre. Al contrario, desde el primer momento de los acontecimientos exigí una profunda investigación del crimen y no escatimamos esfuerzos en ese sentido”, agrega.

Las investigaciones en la época del crimen sólo avanzaron gracias a la presión de la prensa y al trabajo de un equipo independiente de la jurisdicción del estado especialmente designado para encontrar a los culpables. En enero de 1989, el fiscal Sérgio Lauria Ferreira radicó una denuncia contra los policías civiles Evandro Alves de Almeida y Marlo Ricardo Souza dos Santos. En 1994 el juez resolvió que se juzgara a los acusados. Ambos negaron su participación. En mayo de 2007, Santos fue juzgado y condenado a 16 años de reclusión por el asesinato. Apeló la sentencia, pero fue confirmada. Almeida está prófugo. En la investigación ni siquiera se señaló al instigador.

El fiscal de justicia Carlos Antonio Ferreira Coelho cree que la fuga de Almeida contribuyó a que no se encontrara al autor intelectual del asesinato. Designado para participar en las investigaciones a partir de un pedido realizado por el Sindicato de Periodistas, Coelho se esmeró por develar el caso, pero fue apartado cuando estaba muy cerca del desenlace. Por orden de la jefatura, tuvo que “tomar vacaciones” en la etapa final del proceso. “Salí de vacaciones contra mi voluntad”, destaca. Relata: “Recibí una comunicación del Procurador General. Le dije que no quería abandonar el caso, pero su explicación fue que había organizado un esquema de vacaciones y que el hecho de que yo no lo cumpliera le causaría problemas administrativos con la coordinación”. Durante las investigaciones, Coelho recibió amenazas telefónicas, pero no se amedrentó.

El fiscal de justicia está seguro de que Almeida no se fugó: lo hicieron fugar por conveniencia. “Se trata de una estrategia para que queden en el olvido crímenes graves que pueden arrastrar a personas importantes”, reitera. Cuando el abogado del preso pidió que fuera trasladado a prisión domiciliaria, el Ministerio Público se opuso. No obstante, luego se extendió la autorización. “Almeida era la pieza clave para el esclarecimiento. Tenía una lealtad increíble hacia los jefes”, cree Coelho.

Si no hubiera sido por la presencia del procurador de justicia, sin duda se habrían perdido algunas evidencias importantes del proceso en los momentos iniciales de la investigación. Cuando llegó al lugar del crimen – un barranco junto a una calle que se dirige al Complejo Industrial – el cuerpo ya había sido retirado sin que los peritos hubiesen realizado un relevamiento detallado. Entonces Coelho descendió hasta el lugar donde habían arrojado el cadáver, a una profundidad de aproximadamente 10 metros y encontró un periódico con evidentes manchas de sangre y un rollo fotográfico que, al ser revelado, resultó contener fotos de Monteiro en fiestas familiares.

El fiscal de justicia pidió ayuda a los peritos de la Universidad Estatal de Campinas (Unicamp, de São Paulo). Entre ellos estaba Nelson Massini, médico forense que en 1986 fue responsable de confirmar que el cuerpo encontrado en Embu, São Paulo, pertenecía al nazi Josef Mengele. En 1988, el médico contribuyó a aclarar otro caso importante: el asesinato del ambientalista Chico Mendes en Acre.

Massini, que es profesor de Medicina Legal, considera que la justicia llegó a identificar a los culpables en el caso de Luiz Otávio Monteiro porque el Ministerio Público presionó para retirar la investigación de la jurisdicción del Estado, realizando inclusive las pruebas y pericias fuera de Manaus. Además de contar con un médico auxiliar, el médico forense estaba acompañado por un equipo de la Secretaría de Seguridad Pública de São Paulo dedicado específicamente a homicidios sin resolver.

El 28 de diciembre de 1988, horas antes de ser asesinado, Monteiro había participado en una fiesta de camaradería de fin de año organizada por la Secretaría de Estado de Seguridad, a cargo de Raimundo Nonato Lopes, actual alcalde del municipio de Iranduba. Paso seguido, acompañado por el comisario Raimundo Guimarães y por el empresario Nilo Tavares y su hija, Maria Lea Tavares, asistió a la fiesta de la Comisaría de Vigilancia y Arrestos (DVC, según la sigla en portugués) en el Club Olaria Esporte, ubicado en el Morro de la Libertad. Los dos lugares – la DVC y el club – estaban muy cerca uno del otro. Varias personas atestiguaron la presencia de Luiz Otávio en la fiesta. Algunas relataron que había bebido mucho.

“Si lo hubiera acompañado a la fiesta, no habría muerto”, afirma su amigo, el fotógrafo Plutarco Cruz Botelho. ”Porque cuando uno de los dos bebía, el otro se quedaba cuidando. O nos habrían matado a los dos”, especula.

La principal prueba material del crimen fue el automóvil policial utilizado para transportar a Monteiro hasta el lugar donde depositaron su cuerpo. El vehículo había sido visto durante la noche por una pareja que salía de un motel localizado en las proximidades del barranco donde se encontró el cuerpo de Monteiro. El automóvil fue identificado como perteneciente a la Comisaría de Vigilancia y Arrestos. Era utilizado por el agente Evandro Alves de Almeida.

Coelho desconfió cuando examinó el automóvil y advirtió que el asiento estaba demasiado limpio. Lo habían lavado. Almeida argumentó que hacía algunos meses había transportado a un joven y a una mujer heridos. Pero un corte hecho en la base y en el respaldo del asiento delantero derecho, del lado del acompañante, demostró que la goma espuma interna estaba embebida de sangre. La pericia técnica y el estudio comparativo llevados a cabo por Massini comprobaron que la sangre era de Monteiro.

“Llegamos a la conclusión de que al salir de la fiesta en el club Olaria, Almeida se habría ofrecido a llevar a Santos. No hay dudas de que Almeida y Santos estuvieron en el automóvil. Es muy probable que hubiera otra persona, quien habría sido el autor del crimen o el instigador”, relata Coelho.
Si bien hubo sospechas de que Monteiro había sido asesinado dentro de la propia Comisaría de Vigilancia y Arrestos (DVC), no se pudo confirmar este hecho. Se encontraron rastros de tiros en las paredes de la sede de la DVC ubicada en el Morro de la Libertad, cerca del club donde estuvo Monteiro antes de ser asesinado. “Dijeron que en las fiestas acostumbraban practicar tiro al blanco sobre la figura de un cuerpo humano. Pero algunos testigos escucharon disparos de arma de fuego esa noche”, explica Coelho. El fiscal de justicia recuerda que le llamó la atención que el piso de la comisaría estaba muy limpio en el trayecto entre el interior y el exterior del edificio.

Coelho no tiene dudas de que Almeida y Santos estuvieron involucrados en el crimen. El largo intervalo transcurrido entre el procesamiento y el enjuiciamiento de Santos (que recién tuvo lugar en 2007) se debió a que estuvo prófugo por un tiempo y el jurado no podía sesionar sin la presencia del reo. “En el juicio, Santos comenzó negando el crimen. Cuando lo enfrenté al testimonio, se sintió acorralado y admitió que (él y Almeida) lo habían llevado en su automóvil (a Monteiro). Pero continuó negando su participación y dijo que, si hubo un asesinato, ocurrió después que lo dejaron en su casa”, informa el fiscal Carlos Fábio Monteiro, quien estuvo presente en el juicio por jurado.

“Santos afrontó el juicio con tono desafiante, en ningún momento se mostró intimidado. Tiene una mentalidad militar, jerárquica, y no habla de su superior”, explica el fiscal. Se rehusó a colaborar con la justicia a pesar de ofrecérsele el beneficio de la morigeración de su pena. Ya entonces Almeida era considerado por su superior, el comisario Raimundo Délio Gomes da Silva, entonces titular de la Comisaría de Vigilancia y Arrestos (DVC), como “un buen soldado” (antigua entrevista).

Para el fiscal Fábio Monteiro, la ineficiencia del Estado explica la dificultad de encontrar a Almeida, que continúa prófugo. “El mundo policial es pequeño”, informa. “Es inminente que alguien lo localice”. Sería necesario investigar en los lugares donde dicen que lo vieron, pero eso implica contar con recursos para enviar a policías con un exhorto de un juez a otro Estado.

Consultado por la SIP el 5 de noviembre de 2008, Mário César Nunes, comisario general de la Policía Civil de Amazonas, dijo no tener conocimiento del caso de Luiz Otávio. “Debe existir una orden de detención abierta. Cuando haya un dato nuevo, la policía acudirá”, respondió.

La familia sigue con miedo

La condena de uno de los asesinos de Monteiro no alivió la presión sobre sus amigos íntimos y familiares. La impunidad del policía que permanece prófugo y la certeza de que habría más personas involucradas en el crimen hacen que las personas se callen por temor a represalias. “En realidad, el único que sabe la verdad es el instigador porque yo, siendo su esposa, hace 21 años que lo ignoro”, afirma Rosimar Duarte Monteiro, de 63 años, viuda del periodista. “Sólo sé que fue torturado y asesinado por policías”, enfatiza. Por precaución y necesidad, ya se mudó de casa dos veces.

La viuda cree que Monteiro “vivía su profesión a fondo”. De vez en cuando, hasta se ponía una peluca para conseguir la nota que deseaba, como en esa oportunidad en que fue excluido de una fiesta y se disfrazó para conseguir entrar. Recuerda que más de una vez el periodista fue convocado para “arreglar la situación” de algunas personas y así sacarlas de la cárcel. A cambio, “le prometían favores: a veces cumplían y a veces no”, cuenta. Una noche, Monteiro la llamó para conversar:
– Recibí una propuesta. Si quiero un automóvil último modelo y casa con piscina, puedo tenerlo. Sólo tengo que entrar en la mafia – dijo Monteiro.

“Le dije que era muy peligroso, que quedaba a criterio de él”, comenta Rosimar. En los últimos tiempos, siempre andaba con una carpeta amarilla debajo del brazo. “Yo no sabía qué era. Tenía un estante grande en la casa y él decía que yo no debía meterme ahí”, recuerda. Pero ella sabía que su marido quería escribir un libro. Ya tenía título: “Celda 45”.

Monteiro temía a la muerte. La familia vivía en una casa alquilada y tenía planes de mejorar la vivienda, pero el periodista insistía en no comprar una casa de madera, porque “tenía terror de morir acribillado”, explica Rosimar. En la redacción del periódico hasta jugaba con esa idea. “Quién sabe si un día de estos no amanezco hecho fiambre”, solía decir en tono jocoso a la telefonista de Amazonas em Tempo. Una noche sintió que lo seguían cuando entraba en la casa.

Otros hechos mantuvieron a los Monteiro en vilo tras la muerte violenta del periodista. El hijo mayor, cuya fisonomía recuerda mucho a la de Luiz Otávio, recibió una visita extraña hace un tiempo. Una persona que se identificó como detective le dijo: “Estoy investigando algunas cosas sobre tu padre”, y presentó copias de artículos periodísticos sobre el entonces gobernador Amazonino Mendes, sobre la muerte de Monteiro y otras notas aparentemente inconexas. La prensa ya había divulgado el nombre de los policías acusados del crimen. Después de otros dos encuentros, no obstante, el “detective” desapareció. Era imposible comunicarse al teléfono de contacto que había dejado.

Otros sospechosos mencionados en la investigación

El 2 de enero de 1989, Rosimar Duarte Monteiro prestó declaración frente al comisario Hélio dos Santos Rocha, encargado del caso. Ella relató que el 24 de diciembre de 1988, durante un encuentro en el restaurante Canto do Peixe, vio al empresario Francisco Mourão de Oliveira dar a Monteiro un cheque de 50 mil nuevos cruzados como “regalo de Navidad”. También oyó decir a Mourão que Plutarco ganaría algo si no publicaba una foto que lo comprometía.

Rosimar manifestó en su declaración: “Mourão pidió a Otávio que hiciera desaparecer las fotos que Plutarco había sacado, a lo que Otávio consintió respondiendo que estaba todo arreglado. Mourão le dijo a Otávio: ‘Nuestra amistad no es ocasional, hace 18 años que te conozco. Sabes que tengo dinero. La situación está pesada: lo que yo no haga, lo hace otro. Sobre ese otro asunto (agregó gesticulando con una mano), hay mucha, muchísima plata. Yo tengo plata, pero estoy necesitando mucha más. Si todo anda bien y llega a buen puerto, si no me agarran y sale todo bien, ya tendrás tu recompensa.”

La “mucha plata” a la que se refería el comerciante, según habría contado más tarde Monteiro a Rosimar, era un carro lleno de videocasetes que tenía que salir de Manaus clandestinamente y de cuyos implicados Monteiro ya conocía su identidad.

A la hora de la despedida, llamó la atención de la viuda otro diálogo entre Mourão y su marido:
“Mourão: ¿Arreglada la situación, mulato?
Monteiro: Todo arreglado.
Mourão: Entonces, mulato, no se puede dejar escapar nada... (y golpeando el hombro de Luiz Otávio, volvió a hablar). Si no, imagínate amanecer un día con la boca llena de hormigas.”

Mourão declaró ante la policía el 2 de enero de 1989. Negó la amenaza a Monteiro. Dijo que, al hablar de personas que pueden amanecer “con la boca llena de hormigas” se estaba refiriendo a los que entregan cheques sin fondos, como uno que había recibido. También rechazó la acusación de estar involucrado en contrabando de videocasetes, asegurando que su ramo de actividad era la construcción. Sólo reconoció que había sido detenido el 23 de diciembre acusado de una compra ilícita de mercadería, ocasión en la que el fotógrafo Plutarco le habría tomado una fotografía. Afirmó que la noche del asesinato de Monteiro estaba en el balneario Tarumã y se detuvo en un bar próximo al aeroclub. Después fue para su casa, a eso de las 21, momento en que estuvo involucrado en un accidente de tránsito.

Desde que sucedió el crimen, Plutarco se niega a dar entrevistas o a mencionar el asunto. Siempre tiene presente que uno de los acusados del crimen sigue prófugo.

La movilización inicial permitió el avance de las investigaciones

Aunque existan críticas sobre la relación de Luiz Otávio Monteiro con sus fuentes de información, la muerte del periodista provocó una conmoción general entre sus colegas. Hubo una marcha y una manifestación frente al Palacio de Gobierno. El Consejo de Abogados de Brasil pidió la renuncia del Secretario de Seguridad. El asesinato de Monteiro ocupó la primera plana en las noticias nacionales e internacionales. El 14 de enero la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) emitió un comunicado donde pedía el esclarecimiento del crimen.

Irónicamente, Monteiro era considerado uno de los periodistas más eficientes en la cobertura de muertes violentas como la suya. En los últimos cuatro meses firmó artículos en el periódico Amazonas em Tempo. Anteriormente había trabajado en publicaciones de la competencia, A Notícia y A Crítica. En Amazonas em Tempo alcanzó la cima de una trayectoria tan famosa como polémica.

Hermengarda Junqueira fue propietaria del periódico Amazonas em Tempo desde 1987 hasta 2006. Actualmente es columnista de A Crítica y participa en el programa Jogo de Cintura que transmite la red Amazon Sat. Hermengarda llamaba cariñosamente a Monteiro “Tatá”. Divertido, con características propias de un nativo de la región – razón por la cual también recibía el apodo de “mulato” – Monteiro era descripto como una persona resuelta, “de rasgos algo feos pero al mismo tiempo dulces”. Los dos habían trabajado juntos en el periódico A Crítica entre los años 1975 y 1980. Cuando ella decidió fundar su propio periódico, lo invitó a coordinar la sección de noticias policiales porque consideraba que era excelente recabando datos.

Con el periódico recién inaugurado y el deseo de aumentar las ventas en los puestos de diarios, la ex propietaria admite que no le preocupaba demasiado cómo Monteiro obtenía las informaciones. El propio periodista le contaba que era tan estrecha su relación con los policías que lo llamaban de madrugada para liberar presos de la comisaría. Todavía recuerda sus palabras: “Mana, tuve que levantarme temprano, dormí poco, tuve que soltar a un vagabundo que estuvo haciendo lío.” Hacía de todo un poco: era periodista y editor al mismo tiempo. “Tatá era más policía que periodista”, reconoce Hermengarda, y agrega: “Sabía mucho.”

“Monteiro contaba con información privilegiada y la utilizaba para obtener ventajas económicas – por lo menos esta fue la versión que circuló entre policías y colegas”, resalta el periodista Sebastião Colares Assanti, que presidió el Sindicato de Periodistas entre 1988 y 1990 y siguió la investigación policial hasta el enjuiciamiento de Santos. Assanti supone que Monteiro habría sido testigo de actos de arbitrariedad y extorsión por parte de la policía al acompañar sus operaciones y que de este modo se habría convertido naturalmente en un archivo vivo. A partir del momento en que amenazó denunciar algo que podría comprometer a toda la institución, puso su vida en peligro.

La conducta de Monteiro no difiere mucho de la de otros colegas. En aquellos tiempos, la costumbre de recibir dinero para publicar o no una noticia tenía otros adeptos, tal como aseguran periodistas que trabajaron en los medios gráficos de Manaus en el mismo período. La formación académica de los profesionales de prensa era poco común. Lo que aumentaba las ventas del periódico eran las noticias deportivas y policiales. Por eso, los periodistas policiales tenían prioridad cuando traían la primicia de un reportaje o un titular.

“Era una época de periodismo bohemio”, relata Mário Adolfo Aryce de Castro, que fue periodista especializado y luego director de redacción en Amazonas em Tempo. Robson Rodrigues de Carvalho, considerado una especie de “aprendiz” de Monteiro desde que este trabajaba en A Notícia, siguió los pasos de su maestro. Relata que, si Monteiro bebía hasta quedar dormido sobre la mesa, él (Carvalho) guardaba el portafolio del periodista para garantizar que nadie lo arrebatara. Recuerda que en más de una oportunidad Monteiro lo mandó a buscar una encomienda y que luego advirtió que se trataba de dinero. Dice que así fue ganando la confianza del maestro, aunque su ejemplo no fuera siempre ético. Un día en que la ciudad estaba muy tranquila, Carvalho vio cómo Monteiro “inventaba” noticias: “Tomaba una foto de archivo de alguien y publicaba que lo habían matado.” Cuando llamaba el Instituto Médico Legal (IML) para constatar de dónde había salido la información, Monteiro respondía que era falsa.

Al mismo tiempo, Monteiro era un periodista rápido en el manejo de las palabras. Llegaba a la redacción con el artículo ya en mente. “Aprendí mucho con él”, afirma Carvalho. “Monteiro era el periodista mejor informado de la ciudad. Cuando notaba mi interés, me decía: tienes que tener cuidado con A, B y C. No hables mucho.”

Paulo Ricardo Pinheiro de Oliveira, periodista político de Amazonas em Tempo, basó su trabajo final de la carrera de Periodismo en la Universidad Federal del Amazonas, presentado en julio de 2008, en el caso de Luiz Otávio Monteiro. Y confirma: “Monteiro era un genio. Trajo de A Notícia su esquema de fuentes de información y comenzó a sobresalir. Inclusive llegaba antes que la policía.” El problema, según constató Oliveira a partir de los datos de los autos procesales y las declaraciones de sus contemporáneos, era que Monteiro mantenía una relación complicada con sus fuentes.

En el trabajo final, editado en forma de un pequeño libro titulado “Luiz Otávio, el periodista que sabía demasiado”, Oliveira escribe:

“Luiz Otávio sabía de la participación de policías y comisarios en el contrabando de videocasetes y estaría utilizando el poder de la información para extorsionarlos. Al menos esto es lo que sugieren los autos procesales y las declaraciones de colegas. Mi intención no ha sido ensuciar la memoria de la víctima. Sólo he querido traer a la luz algunas cuestiones sobre la conducta de uno de los periodistas policiales que más influyó en el periodismo de la década del 80.”

El caso continúa provocando temor e incertidumbre. Al comenzar a escribir su trabajo, los colegas de Oliveira le dijeron: “Te vas a meter en un avispero...” Cuando asesinaron a Monteiro, Hermengarda supuso que el crimen era en represalia por sus reportajes.

“Fue una lucha hacer avanzar la investigación”, recuerda Hermengarda. El entonces Secretario de Seguridad, Raimundo Nonato Lopes, al principio declaró: “Si hasta hoy no descubrieron quién mató a Kennedy, ¿cómo pretenden que descubra al asesino de Luiz Otávio?” En entrevistas posteriores manifestó que renunciaría si no se resolvía el crimen.

Poco después del asesinato, a medida que avanzaron las investigaciones y surgió la sospecha de la participación de policías, un grupo de la policía se presentó en Amazonas em Tempo. Querían entrar pero la propietaria les prohibió el ingreso. La foto salió en la tapa del periódico. “Había mala predisposición de la policía para brindar información, las entrevistas se volvieron complicadas y los acusados siempre negaban su participación en el crimen”, relata.

La insistencia de Assanti en su carácter de presidente del Sindicato de Periodistas por castigar a los culpables fue motivo de que recibiera amenazas indirectas. “Estamos luchando contra el poder de la policía y contra los intereses de las personas involucradas”, reconoce. Las noticias publicadas en Amazonas em Tempo indican que algunos periodistas fueron amenazados por acusar del crimen directamente a los policías. El temor era grande porque en 1988 actuaba en la región un escuadrón de la muerte. Se atribuyeron a este grupo alrededor de 21 muertes, ninguna de ellas esclarecida, tal como consta en los archivos de Amazonas em Tempo.

El periódico divulgó que los periodistas también formaban parte de la lista de candidatos a ser asesinados por el escuadrón: “El locutor Nonato Silva de Rádio Baré era uno de los amenazados en la carta atribuida al escuadrón de la muerte y enviada a un periódico de la ciudad. Dispararon tiros contra su residencia. Otro periodista cuya casa fue atacada fue el periodista policial Douglas Lima, del periódico Diário do Amazonas. Quien había escrito la carta asumía la autoría del asesinato de Luiz Otávio, pero esto no fue tenido en cuenta por la policía”.

En una campaña lanzada por Amazonas em Tempo, todos los días el periódico publicaba el tiempo que tardó la investigación en sindicar a policías como probables asesinos de Monteiro desde el descubrimiento del cuerpo de Monteiro. “El crimen se descubrió al 12º día”, recuerda el entonces periodista Mário Adolfo.

Ex Secretario de Seguridad considera que el crimen ya está resuelto
Veinte años después del asesinato de Monteiro, Raimundo Nonato Lopes, ex Secretario de Seguridad Pública de Amazonas (1987-1989), administra el promisorio municipio de Iranduba donde están radicados nueve hoteles de selva – uno de ellos, el más famoso, llegó a hospedar al Príncipe Carlos – y donde por lo tanto sólo se llega en balsa. Con la construcción de un puente entre Manaus e Iranduba, el municipio seguramente se proyectará como un importante polo agrícola y comercial.

Lopes considera resuelto el caso de Luiz Otávio Monteiro. “El acusado fue detenido, se fugó al ser derivado a prisión domiciliaria, pero se identificó al autor del crimen”, afirma. Cree que no es difícil apresarlo y cita el programa de TV Globo denominado Linha Direta (programa que reconstruye los crímenes y que, al divulgar las fotos de los culpables, ya consiguió localizar y hacer aprehender a algunos de ellos) como una ayuda importante, a la vez que recuerda que otras emisoras podrían imitarla.

“Luiz Otávio Monteiro era un gran periodista y un amigo personal”, enfatiza. “Yo en particular nunca tuve ningún problema con Luiz”.

Pero Lopes recuerda divertido cómo una vez Monteiro, queriéndolo elogiar, inventó una nota de tapa con el título: “Secretario comanda un operativo en la Ciudad Nueva y confisca kilos de cocaína”
- Luiz, estás volviéndote loco, muchacho – se quejó Lopes.
- Jefe, no tenía ninguna nota – respondió Monteiro.
- Hermano, ¿dónde está la cocaína? ¡Van a decir que me la quedé yo!– replicó Lopes, preocupado.
- Y así fue, ¿o no, jefe? – contestó el periodista.

El gobierno de Amazonino Mendes y el Escuadrón de la Muerte

Manaus todavía no era la ciudad de altos edificios y tránsito caótico, con cerca de 1,6 millones de habitantes, que es hoy. Hacia fines de la década del 80, las proyecciones indicaban casi la mitad de esa población. La capital del Estado de Amazonas, conocido internacionalmente por la selva siempre amenazada, era una región peligrosa, como quedó demostrado con la muerte del ecologista Chico Mendes, asesinado por hacendados en un enfrentamiento en defensa de la preservación de la naturaleza y el trabajo de los seringueiros.

Manaus también se destacaba por tener un polo comercial importante: la Zona Franca. Inaugurada en 1967, fue creada para ser un área de libre comercio, donde no se cobran aranceles de importación sobre productos comprados en el extranjero. En los años siguientes, atrajo a la región a numerosas industrias electrónicas y de montaje. Fue especialmente importante en el período en que Brasil todavía seguía una política económica cerrada.

En la década del 80, la situación se volvió difícil cuando el sueño del Plan Cruzado instaurado por el entonces presidente José Sarney comenzó a dar lugar a una inflación descomunal. El país había pasado un año bajo la ilusión del recorte de tres ceros en la moneda, el congelamiento de los precios minoristas, el anticipo de los reajustes salariales y un mecanismo de corrección automática de los sueldos cada vez que la inflación acumulada según el Índice de Precios al Consumidor sobrepasaba el 20%. El plan fue criticado por haber sido lanzado cerca de las elecciones y sus efectos no se hicieron esperar. La crisis se reflejó a través de despidos en el Complejo Industrial.

Según un artículo publicado en el periódico Folha de S.Paulo en noviembre de 1997, diez años después la Superintendencia de la Zona Franca de Manaus (Suframa) también se había convertido en un área de uso político –auditorías realizadas por el Ministerio do Planeamiento descubrieron contratos sobrefacturados y desvío de fondos que deberían haberse destinado a inversiones en la región. De acuerdo con la nota, ese año la hermana y una sobrina del gobernador Amazonino Mendes fueron despedidas por el superintendente de Suframa bajo el cargo de ser funcionarias “fantasma” de una fundación vinculada con la Zona Franca.

La relación de Mendes con Manaus es antigua y confusa. La historia continuará porque en 2008 volvió a ser elegido alcalde de la ciudad por el Partido de los Trabajadores Brasileño (PTB). En diciembre de 2008, poco antes de asumir el cargo, su inscripción y nombramiento como candidato electo fueron revocados por la justicia bajo el cargo de abuso de poder económico. El Ministerio Público lo denunció por distribuir combustible a su nombre durante la campaña. Apeló la revocatoria y obtuvo una medida de no innovar que le permitió asumir el mandato.

Ex empresario de la construcción civil, Mendes ocupó el cargo de alcalde en dos oportunidades (de 1983 a 1986 y de 1993 a 1994). En el primer mandato, llegó al poder a través del entonces gobernador Gilberto Mestrinho. Luego del segundo período como alcalde, fue elegido gobernador de Amazonas (de 1987 a 1990) y, a posteriori, senador (de 1991 a 1992). En 1995 volvió al cargo de gobernador. Concluido el mandato, volvió a postularse para la gobernación del Estado de Amazonas y resultó reelecto (de 1999 a 2002).

En el ínterin, Mendes fue denunciado por compra de votos, por favorecer a una contratista de obras públicas que sería de su propiedad y por valerse de testaferros en empresas y negocios ilegales a través de los cuales se beneficiaba. En una entrevista por correo electrónico concedida a SIP, rechaza las acusaciones: “Tal vez yo sea el funcionario más investigado en la historia política de Amazonas. La Receita Federal (Administración de Ingresos Públicos de Brasil) realizó varios sumarios a raíz de denuncias de mis adversarios pero no encontró nada. No tengo ningún proceso por malversación de fondos públicos y los tribunales de cuentas no rechazaron las dos rendiciones que presenté como alcalde de Manaus ni las tres como gobernador”.

En 1988, cuando mataron al periodista, Mendes se preparaba para comenzar su tercer año como gobernador del Estado de Amazonas. A fines de la década del 80 se atribuían muchas ejecuciones a la policía. El crimen de Monteiro dejó más expuesta la actuación de un escuadrón de la muerte. Para aquietar la opinión pública, en 1989 el gobernador eliminó la Policía Civil y creó la Policía Judicial. “Fue una medida drástica frente a una serie de hechos que involucraban a policías en actividades delictivas”, informa Mendes. Asimismo destaca que en un primer momento la iniciativa trajo aparejados cambios de comportamiento.

“La idea inicial había sido pasar a disponibilidad a todos aquellos policías que hubieran incurrido en irregularidades, castigos graves o actos de violencia. Pero luego de reunirse con el Ministerio Público, el gobernador resolvió eliminar la policía y crear una nueva”, cuenta Raimundo Nonato Lopes, ex Secretario de Seguridad Pública del gobierno de Amazonino Mendes. A partir de este cambio, Lopes dejó su cargo en la Secretaría de Seguridad, que desapareció, y asumió la Secretaría de Administración y Planeamiento.

De acuerdo con el ex Secretario, en la práctica hubo una mejora salarial temporaria para los policías que permanecieron y también fue posible una selección más cuidadosa de los integrantes. Los comisarios recibieron la denominación de intendentes. Los agentes de policía fueron denominados investigadores. El cambio sólo funcionó por un tiempo. No obstante, Lopes afirma que mientras estuvo en el gobierno nunca hubo un escuadrón de la muerte, al menos “del que tuviera conocimiento”.
El fiscal de justicia Carlos Antonio Ferreira Coelho, a cargo de las primeras investigaciones en el caso de Luiz Otávio Monteiro, fue el responsable de denunciar a una fuerza de exterminio denominada “Famosos Integrantes de Muertes en el Amazonas” (FIRMA), donde participaban policías. El propio Coelho escapó de una emboscada destinada a matarlo, probablemente organizada como represalia por sus denuncias.

Actualmente siguen apareciendo cadáveres de personas ejecutadas por bandidos en la región, pero Coelho cree que el grupo FIRMA fue desarticulado. “Los integrantes se mataron entre ellos, por desavenencias internas”, relata. En su opinión, persiste la falta de voluntad política para acabar con otros grupos parecidos. “No hay modo de que prosperen el contrabando de armas y el tráfico de estupefacientes si no existe la participación de agentes públicos”, observa.

Irregularidades y dudas en torno al caso de Luiz Otávio Monteiro:

- ¿Dónde esta la carpeta que Monteiro acostumbraba llevar consigo en los días anteriores a su muerte?

- El policía civil Evandro Alves de Almeida fue derivado por el juez a un régimen de prisión domiciliaria y huyó. Está prófugo desde mayo de 1989 y, según el fiscal de justicia Carlos Antonio Ferreira Coelho, esto ayudó a encubrir al instigador. En una entrevista off the record para la SIP, un integrante de la policía dijo que es posible atrapar a Almeida en menos de 30 días con sólo seguir las pistas que él mismo deja. Este informante se ofreció a localizar al prófugo a cambio del pago de una recompensa de R$ 50 mil. De acuerdo con este policía, “para atrapar al acusado basta con leer el auto de instrucción. El servicio de inteligencia de la Policía podría localizarlo fácilmente”. ¿Por qué no se hizo hasta ahora?

- De acuerdo con el fiscal de justicia Carlos Antonio Ferreira Coelho, en la etapa de instrucción se escuchó el testimonio de más de 50 personas. Destaca el hecho de que, si bien todos los testigos admitieron haber visto a Monteiro en el Club Olaria Esporte – sabiendo inclusive la mesa donde se sentó, la música que bailó, lo que bebió – ninguno pudo aclarar con quién estaba cuando abandonó la fiesta. “Nadie dio ningún dato al respecto, aparentemente como resultado de un ensayo previo”, enfatiza. ¿Por qué?

- ¿Había otra persona junto a Santos y Almeida cuando salieron del club poco antes del crimen?

- ¿Por qué obligaron al fiscal de justicia Carlos Antonio Ferreira Coelho a salir de vacaciones durante el curso de las investigaciones?

- ¿Por qué no se llegó a pruebas directas sobre los autores de los disparos, el lugar del crimen y el instigador o los instigadores? En la denuncia presentada por el fiscal Sérgio Lauria Ferreira, este constató: “Aunque todavía no se haya comprobado en autos la ejecución por parte de los acusados de los tiros que causaron la muerte de la víctima, es innegable que al menos ellos saben quién los ejecutó, presenciaron el hecho y participaron en el desarrollo del plan preparado para la consumación del crimen”;

- ¿Por qué fue Monteiro asesinado por policías si el nivel de confianza en su relación con comisarios y agentes era tan grande, según aseguran las declaraciones de sus amigos y colegas?

- ¿Quién era el “detective” que se contactó con el hijo de Monteiro después del crimen? ¿Por qué le dejó a la familia documentos sobre el gobernador Amazonino Mendes? ¿Por qué desapareció sin dejar rastros?

“Monteiro no fue asesinado dentro de la DVC. Yo no lo hubiera permitido.” (entrevista con el ex comisario Raimundo Délio Gomes da Silva)

Raimundo Délio Gomes da Silva era titular de la Comisaría de Vigilancia y Arrestos (DVC) de Manaus a fines de la década del 80. Él fue quien organizó una fiesta de camaradería en diciembre de 1988, la misma donde estuvo presente el periodista Luiz Otávio Monteiro hasta poco tiempo antes de ser asesinado. Los dos policías civiles acusados por el crimen trabajaban en la DVC. Evandro Alves de Almeida era conductor de la Central de Transportes y Marlo Ricardo Souza dos Santos era agente de policía y, por lo tanto, ambos eran subordinados de Silva.

La entrevista que sigue fue realizada el 7 de noviembre de 2008 en una sala de la Feria Manaus Moderna, un gran mercado situado junto al puerto de la ciudad. Silva quiso que la entrevista fuera grabada y pidió una copia. Dice que conoció a Monteiro por su trabajo como periodista policial. “No me gusta hablar de los muertos”, avisó al principio, cuando se le preguntó sobre el perfil profesional de Monteiro. “En mi opinión no tenía mucha ética en su trabajo”, respondió.

Durante varios momentos de la entrevista, fue cauteloso en la selección de las palabras. Habló de la noche del crimen, de las acusaciones hechas contra él en cuanto a su participación en homicidios o en un escuadrón de la muerte y sobre su actuación en la iglesia – circula en Manaus la información de que se habría hecho pastor. A los 61 años, dice que nunca dejó de trabajar – actualmente ayuda a un amigo en la administración de una oficina de ventas que funciona en la Feria Manaus Moderna.

A continuación se transcriben los principales fragmentos de la conversación:

¿De dónde conocía a Luiz Otávio Monteiro?
Délio Gomes da Silva: Primeramente trabajó en A Notícia, luego en A Crítica. Como fui comisario más de 30 años, conocía a la mayoría: Milton, Luiz Otávio, Pacífico. Siempre fui operativo. A veces, durante las operaciones, les decía: Vengan conmigo en mi vehículo, la nave capitana, que vamos a cumplir una misión.

¿Es verdad que a veces Luiz Otávio tenía privilegios y era el único periodista presente en las operaciones?
Silva: Eso no lo puedo responder porque yo no vivía con él. No era su amigo, sólo un conocido. Amigo es aquel de quien uno conoce la intimidad. Yo era un conocido.

Pero él tenía muchos amigos en la policía, ¿no?
Silva: Sí, tenía muchos amigos.

¿Participaba en muchas operaciones?
Silva: Siempre. Él y tantos otros que, como ya dije, yo invitaba. Yo no solía dar notas exclusivas. Llevaba a quien estuviera, a quien me quisiera acompañar. Siempre fue así.

¿Usted ya estaba en la DVC cuando lo conoció?
Silva: No, yo entré el 23 de enero de 1977 como comisario.

¿En qué área se desempeñó?
Silva: Me desempeñé en todas las áreas. Llegué a ser comisario general de la policía.

¿En qué época?
Silva: 1995, 1996.

¿En qué período actuó usted en la DVC?
Silva: Estuve dos veces en la DVC. En la época en que él murió, que fue exactamente el 28 de diciembre de 1988, yo había organizado una fiesta de camaradería en la comisaría a la que asistirían el personal policial, parientes y amigos. Entonces ellos (Luiz Otávio y otros) vinieron de otra fiesta de camaradería del entonces Secretario de Seguridad, Nonato Lopes. Recuerdo hasta lo que dijo: “Venimos de la fiesta de Nonato. Fue un fiasco. Pero la tuya está buena, hay bebida, comida, todo el mundo acá está alegre, bromeando, bailando”.

¿Había más periodistas además de Luiz Otávio en la fiesta?
Silva: Sí.

¿Quiénes más estaban?
Silva: No recuerdo exactamente, pero estaban Milton, Pacífico.

¿Y qué ocurrió en esa fiesta?
Silva: En la fiesta no ocurrió nada. Cerca de las 2:30 o 3 de la madrugada, llevé a mis hijos a casa. A la mañana oí hablar de la muerte de Luiz Otávio. Como él había estado en la fiesta, no creí que fuera verdad.

¿Quiere decir que si usted ya se había ido a su casa, Luiz Otávio todavía estaba en la fiesta cuando usted se fue?
Silva: Sí. La gente siguió en la fiesta.

¿Y cómo ve usted las acusaciones contra Evandro Alves de Almeida y Marlo Ricardo Souza dos Santos?
Silva: Yo inclusive fui citado a declarar, porque ellos habían estado en mi fiesta. Dije que no los invité, que ya estaban ahí y que habían venido de la fiesta del Dr. Nonato, nuestro secretario. Salí con mis hijos y ellos se quedaron. La fiesta continuó. Así son las reuniones de gente joven, se extienden hasta la madrugada.

¿Evandro Alves de Almeida y Marlo Ricardo Souza dos Santos eran empleados de su comisaría?
Silva: Sí, eran empleados de mi comisaría.
¿Hacía mucho tiempo que estaban?
Silva: Evandro tenía más antigüedad, Marlo era más nuevo.

¿Y cómo eran como empleados?
Silva: Evandro trabajó conmigo en Hurto de Vehículos.

¿Él lo acompañó a la otra comisaría?
Silva: No, él vino después. No vino conmigo.

¿Trabajaba directamente con usted?
Silva: Era jefe de un equipo permanente, que trabajaba todos los días. Digamos que el equipo se ocupaba de las investigaciones. Era muy bueno. Durante ocho años fue militar de la Policía del Ejército. Entonces podríamos decir que era “un buen soldado”.

¿Y Marlo Ricardo Souza dos Santos?
Silva: Cuando vi a Marlo acusado... Es el día de hoy que no lo creo. Para mí, Marlo es inocente. Puedo admitir que Evandro fuera o no un delincuente, pero Marlo no pudo estar metido en eso. Cuando supe que lo detuvieron, me quedé mudo. Marlo era un chico de familia, que no bebía ni fumaba. Su pasión era una serpiente que criaba en su casa. Compraba pollitos para darle de comer.

¿Y los dos trabajaban juntos?
Silva: Sí, trabajaban juntos en el mismo equipo.

Usted dijo que no cree que Marlo Ricardo Souza dos Santos haya participado. Y Evandro Alves de Almeida, ¿por qué habría cometido el crimen?
Silva: Marlo me dijo que había salido antes. El mismo Evandro dijo: “No, doctor, Marlo se fue y yo me quedé solo”. Pero al día de hoy sigo creyendo que Marlo no tuvo nada que ver con la historia.

¿Y cuál sería el motivo del crimen?
Silva: Si alguien lo tuvo, fue exactamente por ese tipo de conducta ética.

¿Luiz Otávio estaría chantajeando a alguien?
Silva: ¿Quiere que le diga la verdad? Creo que sí. Creo que él estaba tratando de chantajear a Evandro, y Evandro no tenía dinero para pagar ningún chantaje.

¿Y chantajearlo por qué?
Silva: Porque había trabajado en Hurto de Vehículos (Observación del periodista: en este tramo Silva habla como si estuviera escogiendo las palabras) e iba a salir una nota de acuerdo con la cual Evandro señalaba los autos a los ladrones y luego les pedía plata, recuperaba los autos y los devolvía a los dueños. Aunque yo tampoco lo creo.

¿Publicaron la nota?
Silva: Más o menos en esos términos. Hubo una publicación de ese tipo.

Los periodistas y los policías decían que a veces Luiz Otávio dejaba de publicar algo cuando le pagaban.
Silva: Entiendo que él habría amenazado publicar como una provocación: “Me das plata y me callo”. No puedo decir que haya sido así.

¿Usted recuerda cuándo salió esa nota?
Silva: No, hubiera oído comentarios. No recuerdo esa nota en particular porque no tuve nada que ver con esa historia. Me estás preguntando y te estoy diciendo mi opinión. Es mi opinión personal. Si ocurrió, ese pudo haber sido el motivo.

¿Pudo haber otras personas involucradas que no hayan sido procesadas?
Silva: Mira, hay algo que yo sé, porque bebí mucho con Luiz Otávio. Dije que no era amigo, que era conocido... Yo bebía con todos, con Milton, con Pacífico, con Luiz Otávio. Ahora me hice evangélico, pero bebía mucho. Yo solía decir: Soy una buena caldera. Una buena caldera quema cualquier leña, ¿entiendes? Yo bebía de todo. Cuando una persona bebe... no sé a qué hora salieron de la comisaría, ni uno ni el otro, si salieron juntos, si salieron acompañados, si salieron uno antes y otro después, si salieron acompañados por otras personas. No sé nada al respecto. Sólo sé lo que sucedió. Y no tuve mucho más contacto con ellos porque a mí mismo me citaron a declarar (durante la instrucción). Lo que dije fue: “No tengo nada que ver. Salí con mis hijos, me fui a casa y no sé nada más”. Y realmente no sé. Quiero una grabación porque, si yo hablo y lo comparas con alguna declaración de entonces, vas a ver que es lo mismo.

Un crimen por lo general tiene a alguien que lo organiza, a un autor intelectual...
Silva: No siempre.

¿Usted cree que la muerte de Luiz Otávio fue una reacción del momento o una trampa?
Silva: No sé. Veo el homicidio como un crimen circunstancial. Si se lo comete en forma premeditada se trata de un latrocinio. En el latrocinio el asesino va, verifica la casa, estudia el movimiento de las personas. Por eso NO ME GUSTAN los delincuentes. No me gustan los delincuentes. Yo trabajo para los ciudadanos. Hasta hoy trabajo para los ciudadanos. Hasta el día de hoy me peleo con cualquier persona, aunque esté infartado, para defender a una persona, a un ciudadano.

¿Entonces usted no cree que fue algo premeditado?
Silva: No, no. Razonemos: tú no me caes bien. Te encuentro bebiendo...ah, vamos a beber... tenemos una relación, digamos... (se toma tiempo para escoger la palabra) convencional. Nos encontramos, bebemos, y de repente recuerdo una cosa y digo... ah, hijo de tu madre, me hiciste eso, ahora es el momento. Ahí puede surgir. Es posible. No digo que haya sido así. No creo que tuviera motivo para matar a Luiz Otávio.

¿Usted no cree?
Silva: No. Si yo le tengo bronca a alguien, tal vez sea capaz de hacer algo. Ahora, si alguien toca a alguno de mis hijos, ahí se vuelve peligroso. Ahí me pongo loco. Soy como una fiera herida. Una vez me pegaron un tiro. Me dieron en la cabeza, aquí (me muestra). No le hice nada a la persona. Dios me protegió. Si hubiera sido contra mis hijos, ahí te aseguro que me pongo loco.

Se encontró sangre de Luiz Otávio en un automóvil de la policía (en un vehículo de la DVC).
Silva: Exactamente. Era el único vehículo que teníamos en la comisaría. En realidad, no vi ningún rastro, pero después la pericia constató que había sido ahí adentro. Por eso es que estoy haciendo deducciones.

Evandro Alves de Almeida está prófugo en estos momentos.
Silva: Creo que hasta hoy. Estaba preso y se escapó. No tuve más contacto con esa gente, ni siquiera con Marlo.

Usted dijo que no le gustan los delincuentes. En esa época había un grupo que mataba a los delincuentes, un escuadrón de la muerte.
Silva: ¡Cuántas veces me acusaron de ser el jefe del escuadrón de la muerte! Me acusaron de muchas cosas.

Usted también fue acusado de homicidio.
Silva: Fui acusado de varias cosas y hasta estuve sentado en el banquillo. ¿Qué pueden decir de mí? ¿Que era arbitrario, que era violento? Ni siquiera tengo el físico para ser violento. Tampoco soy de los que cumplen instrucciones. Hasta el día de hoy, viejo como soy, si una persona me falta el respeto yo voy a hacer que me respete como hombre. Y si no es como hombre, como autoridad. Eso le dije a un gobernador en su oficina.

Pero existía un escuadrón, ¿no?
Silva: No, eso nunca existió.

¿Qué era FIRMA?
Silva: Ah, no, FIRMA estaba formada por ex policías involucrados en temas de drogas y armas. A eso le decían FIRMA. Pero nunca lo comprobé. ¿Si sé que existía? No, no es verdad. Por lo menos, no puedo decirlo.

Los periodistas policiales tenían más participación en las operaciones de la policía, iban juntos, acompañaban...
Silva: Antes la policía era más activa. Actualmente, pasa algo: las autoridades dejaron de proteger y defender al ciudadano para darle amparo y protección a los delincuentes.

¿Y en esa época?
Silva: La policía actuaba más. Yo era un comisario operativo porque nunca fui miedoso. Iba a buscar al delincuente a su guarida.

¿Usted es pastor? ¿Cómo es que entró en la iglesia?
Silva: No, no soy pastor. Te cuento: vengo de una familia cristiana evangélica. A los 10, 12, 13 años me convertí y seguí así hasta los 18. De los 18 a los 48 viví fuera de la iglesia, ¿está claro? A los 48 volví y estudié un poco la Biblia. Siempre la leo. Hoy a la mañana leí algunos capítulos de la Biblia, del Antiguo y el Nuevo Testamento. Es así que conozco un poco la palabra de Dios. Dios me dio esa capacidad de discernimiento. Y me hice dirigente de la congregación en la Asamblea de Dios en Campos Elíseos durante tres años.

¿Ya no está ahí?
Silva: No. Pedí autorización para visitar la Iglesia Universal y mi pastor dijo que no podía, porque era otro ministerio. Yo le dije: pastor, Jesús me liberó, no me esclavizó. Yo era diácono. Estudié un poco de Teología.

¿Y entonces lo liberó par que fuera a otra iglesia?
Silva: No, yo mismo tomé la decisión (muestra la credencial de miembro de la iglesia). Cuando se estudia la palabra de Dios, se aprende que, si es posible, se deben evitar muertes innecesarias. Esa es una de las cosas que aprendemos.

¿Usted cree que causó muertes innecesarias?
Silva: ¿Yo? No. Ninguna. Nunca maté a nadie. No estoy diciendo que sea un buenito, no. Tengo coraje para dar y repartir. No soy un cobarde, no soy de tener miedo.

¿Pero tal vez algunos de sus subordinados mataron?
Silva: Mira: si alguien se abusa de una mujer, de un niño, sea quien fuere, lo que yo digo es: quiero muertos a esos delincuentes. Estoy en contra de los delincuentes y de los antros del delito. Estoy a favor de una sociedad libre, protegida, con verdaderos derechos humanos. Porque hoy en día se usan los derechos humanos para proteger a los delincuentes en detrimento de una sociedad de hombres pacatos, personas humildes, corderos que no saben defenderse. No hay nadie que los proteja y defienda.

¿Usted se va a postular para algún cargo algún día?
Silva: No es mi intención, no tolero la política. Soy apolítico.

En cuanto al crimen de Luiz Otávio, ¿usted cree que el caso está cerrado, que se castigó a los culpables? Todavía hay un acusado prófugo.
Silva: No sé. Está prófugo. Si lo castigaron, si cometió el crimen, no fue suficiente. Mira: es una cuestión lógica, yo estoy en el vehículo y el hombre muere en el vehículo, entonces...

¿...es responsable?
Silva: Y sí. Pero mira: no creo que tuviera motivo, pero para matar el hombre no precisa de un motivo. Es una circunstancia. Para mí, el homicida es un asesino circunstancial.

¿Quiere decir que no habría nadie más involucrado?
Silva: Creo que no.

¿Pero otras personas pudieron haberse enterado, al ser el vehículo de la policía?
Silva: No, porque eso fue un lío. Estoy diciendo que me citaron...(para declarar)

Dicen que Luiz Otávio pudo haber sido asesinado en la propia sede de la DVC, por los rastros de balas en las paredes.
Silva: Negativo. Esto nunca ocurrió. Si tuvieras tiempo, te mostraría cuál era la sede de la entonces Secretaría de Seguridad. Si vamos al lugar de los hechos, hoy hay un edificio, pero era un agujero, un pozo, cualquier cosa... apareció ahí adentro. El periódico divulgó los hechos. El cuerpo fue arrojado allí.

Pero después llegaron a la conclusión de que lo habían matado en otro lugar.
Silva: Lo mataron dentro del automóvil. No en la comisaría. Yo no hubiera permitido que ocurriera, menos si sabía. Como no supe, si ocurrió no fue dentro de la comisaría, inclusive porque, mira, había una multitud de personas en la comisaría.

¿No existía un lugar de tiro al blanco?
Silva: No, esas son habladurías. También te puedo llevar adonde era la Comisaría de Vigilancia y Arrestos. Fui dos veces comisario de Vigilancia y Arrestos. Sólo que yo detenía a los delincuentes y tengo un lema: no recibo ni doy coimas. Con perdón de la expresión, me dicen que soy un “nerd”, ¿se entiende? Entonces, no tengo nada. ¿Mi automóvil? Lo estoy pagando, porque vendí una casa donde viví 28 años en un barrio obrero. Compré un departamento que todavía estoy pagando y cada seis meses llega la cuota que casi no me alcanza para pagar. Termino pidiendo dinero prestado para poder pagar la cuota.

Soy de palabra... si digo SÍ, es sí, y NO, es no. Si le digo a alguien: “Te voy a disparar”, y me arrepiento, disparo en dirección a la persona, por encima, al aire, para no acertar, pero no puedo faltar a mi palabra. Siempre fui así.

Si estaba interrogando a un marginal, a un ladrón, y llegaba a un acuerdo con él: “Me das tal servicio, me haces tal favorcito, como decimos en la jerga policial, y te libero”, no importaban las circunstancias, pero yo lo liberaba para cumplir mi palabra. Alguien puede decir: “Pero, señor, sigue siendo...” Y yo contesto: “Di mi palabra. Él entregó lo que yo quería y le di me palabra. Va a ser liberado. Después ustedes lo vuelven a capturar cuando puedan. Pero ahora lo voy a liberar”.

¿Alguna vez lo acusaron de tener alguna participación en este crimen (de Luiz Otávio)?
Silva: No, al principio quisieron demostrar que estaban implicados el comisario, los policías, pero no, nunca hubo nada de eso, inclusive porque no tenía motivos. Además ya dije que para mí no había motivo para matar.

¿Usted nunca tuvo ninguna participación?
Silva: No, ninguna participación, ni motivos para tenerla. Creo que si Evandro lo hizo, fueron las circunstancias. No tenía motivos para hacerlo.

CRONOLOGÍA

6 de enero de 1989 – El policía Carlos Alberto Lamega, absuelto en 1988 del cargo de haber integrado el Escuadrón de la Muerte, provocó un disturbio en el periódico Amazonas em Tempo al pretender interrogar a dos empleados. El incidente fue considerado una provocación y el hecho salió publicado en la primera plana del periódico.

7 de enero de 1989 – Policías de la comisaría quisieron entrar en la redacción de Amazonas em Tempo. Tuvo que intervenir la dueña.

14 de enero de 1989 – La SIP envió una carta donde exigió que se aclarara el crimen.

19 de enero de 1989 – Se confirmó la llegada a Manaus de los médicos forenses de la Unicamp Nélson Massini y Fortunato Palhares con el fin de aclarar la participación de otros policías. El director general de la Policía Federal era Romeu Tuma.

31 de enero de 1989 – El fiscal Sérgio Lauria Ferreira presentó una denuncia contra Evandro Alves de Almeida y Marlo Ricardo Souza dos Santos.

19 de julio de 1994 – El juez Aristóteles Lima Thury consideró procedente la denuncia para procesar a los acusados Almeida y Santos. Mantuvo la orden de detención contra Almeida porque no tenía buenos antecedentes y estaba prófugo, mientras que mantuvo la libertad provisional de Santos porque era su primer ilícito y tenía buenos antecedentes.

DATOS SOBRE LOS DOS ACUSADOS DEL CRIMEN

Evandro Alves de Almeida
Fecha de nacimiento: 22/03/1951
Policía civil – Ingresó como conductor de la Central de Transportes para la Secretaría de Seguridad Pública
SITUACIÓN ACTUAL: prófugo

10 de enero de 1989 – Se decretó la prisión del policía civil Evandro Alves de Almeida.

13 de abril de 1989 – Almeida consiguió un permiso de libertad provisional del 4º Batallón de Policía para someterse a un tratamiento médico en prisión domiciliaria en su vivienda (avenida Bela Vista 33, Barrio Nova Esperança, Manaus).

26 de mayo de 1989 – Se libró una orden para que Almeida regresara a la prisión en el cuartel (no cumplida).

30 de mayo de 1989 – La Justicia determinó que el acusado fuera traído de su casa a la fuerza. Almeida nunca más fue localizado.

19 de julio de 1994 – El juez Aristóteles Lima Thury consideró procedente la denuncia para procesar a los acusados Almeida y Santos. Mantuvo la orden de detención contra Almeida porque no tenía buenos antecedentes y estaba prófugo.

Marlo Ricardo Souza dos Santos
Fecha de nacimiento: 6/10/1966
Policía civil de la Comisaría de Vigilancia y Arrestos (DVC)
SITUACIÓN ACTUAL: condenado a 16 años de reclusión el 9 de mayo de 2007

13 de abril de 1989 – Santos estaba en libertad provisional.

19 de julio de 1994 – Santos fue procesado por el juez, quien le mantuvo la libertad provisional porque era su primer delito y tenía buenos antecedentes.

2 de agosto de 1994 – Aniello Mirando Aufiero, abogado de Santos, presentó un recurso de impugnación del proceso.

30 de junio de 1995 – Los integrantes de la 3ª Cámara Penal denegaron el recurso y decidieron someter a Santos a un juicio por jurado.

10 de agosto de 1995 – Aniello Mirando Aufiero, abogado de Santos, presentó un recurso especial ante el Tribunal Superior de Justicia.

13 de octubre de 1995 – El juez de apelación Roberto Hermidas de Aragão, presidente del Tribunal de Justicia de Amazonas, no hizo lugar al recurso especial.

17 de septiembre de 1997 – La Justicia decretó la prisión preventiva de Santos, quien fue declarado prófugo.

9 de enero de 2006 – Wilson Oliveira de Mello Júnior, abogado de Santos, solicitó la revocación de la prisión preventiva.

26 de enero de 2006 – Se conoció la noticia de que Santos ya había sido detenido por la Policía Federal en 2002 acusado de haber introducido en territorio nacional un arma de uso prohibido. A pesar de ello, continuaba trabajando en un organismo del estado como policía civil y por eso quedó preso en la Superintendencia de la Policía Federal.

9 de mayo de 2007 – Santos fue juzgado y condenado a 16 años de reclusión por el asesinato de Luiz Otávio Monteiro. Apeló la sentencia, que quedó firme.

3 de diciembre de 2008 – El coronel Oliveira Filho, Jefe del Estado Mayor General de la Policía Militar de Amazonas, informó que Santos fue trasladado, por orden judicial, de la prisión de la Policía Federal donde se encontraba al cuartel del Comando de Control Especial de la Policía Militar porque estaba “amenazado de muerte”. Sus visitas en el lugar fueron restringidas.

De acuerdo con Oliveira Filho, el lugar está superpoblado: proyectado para albergar a 10 presos, aloja a 24. El Comando de la Policía Militar tiene intenciones de transferir a algunos presos para disminuir la población, pero no tiene previsto cuándo se hará. Con la autorización de Oliveira Filho, en este lugar se encuentran líderes de facciones y otros delincuentes amenazados de muerte.

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