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Puntos básicos de seguridad
María Idalia Gómez y Darío Fritz
Qué ocurre...
Damos por hecho que adoptamos las medidas básicas de seguridad cuando reporteamos una información y cuando la publicamos. Si es asi, no nos volveremos infalibles, pero estaremos administrando el riesgo que corremos.
Cuántas veces no hemos escuchado, principalmente en aquellas ciudades en donde, por ejemplo, el robo de autos es común, que una persona vio al ladrón minutos o varios segundos antes de que fuera su víctima, y esa persona siempre dice, después de ocurrido el robo, “yo lo veía sospechoso o intuía algo”.

Lo primero:
Establecer un puente de confianza y comunicación estrecho con nuestro jefe sobre nuestro trabajo.
Si se nos asigna o elegimos un tema delicado, sólo deben estar enterados de ello nuestro jefe y el director del medio. Deberán saber de los avances que vamos obteniendo, pero sobre todo de nuestra agenda de trabajo diaria: los horarios, lugares y personas con quien estaremos.

Es preferible, si el tema es en extremo delicado, que varios reporteros lo investiguen y que salgan acompañados de un reportero gráfico cuando hagan entrevistas o visiten lugares de difícil acceso.
Establecer un horario fijo en el que el editor o jefe de redacción se comuniquen por teléfono con el reportero. Si no se recibe la llamada o se ubica al periodista en un tiempo prudente, encender la señal de alarma.
Llevar un “diario de trabajo” durante un reportaje, para que el editor sepa desde qué vamos recopilando hasta los problemas que enfrentamos.
Este diario se puede llevar también sobre información que en la cobertura diaria no podemos publicar en ese momento por no tenerla confirmada o no es seguro hacerlo. Pero al paso del tiempo esos datos nos servirán y no sólo estarán en la memoria. Además los jefes podrán tomarlo como referencia si le pasa algo a su reportero.
Si uno de las fuentes nos cita en algún lugar que no conocemos, es importante ubicar la zona en el mapa, saber cuáles son todas las rutas por las que podemos llegar y salir. No aceptar ir en la noche.
Tratar de realizar los encuentros con las fuentes en lugares públicos y de día. Si no es posible por lo reservado que debe ser el contacto con esa persona, entonces establecer un lugar que se ubique en una zona que conozcamos.
Nunca debemos hablarle familiarmente a una fuente. No son nuestros amigos, pero además aquellos que nos vigilen pueden interpretar que “estamos de su lado”.
Si vamos en automóvil, taxi o transporte público no llevemos los audífonos puestos y no hablemos por teléfono (aunque hay que traerlo a mano y con los números de auxilio en marcación rápida). Así no detectaremos el peligro. Es importante voltear a los lados o mirar por los espejos, para detectar a personas o vehículos sospechosos.
Si vamos caminando no distraernos, al contrario, ser muy observadores. Elijamos la banqueta que nos pone en sentido contrario de la marcha delos vehículos.
Antes de bajarnos del automóvil para llegar a nuestra casa u oficina, cerciorarnos que en las cercanías no hay automóviles sospechosos. Si los detectamos, continuemos la marcha aunque tratemos de ver sus características y si es posible las placas, hasta cuadras más adelante llamar al medio e informarles.
Muchas veces, cuando traemos “cola” o “sombras” no nos damos cuenta, porque son demasiado elaboradas. Por ejemplo, las autoridades cuando vigilan no lo hacen en camionetas sin placas o con hombres en las esquinas. Lo hacen disfrazados hasta de taqueros.
Es más fácil interceptar un teléfono celular que un teléfono fijo, principalmente los conmutadores. Ya no se nota. No debemos contar nuestra agenda y vida por esa vía.
Utilizar para el trabajo los celulares que nos da la empresa, no los personales.
Los correos electrónicos son espiados. Podemos encriptar el sistema informático de un medio informativo y obtener los programas de encriptación de datos para nosotros. Al menos se tardarán un poco más en quitarles ese blindaje.
En las oficinas se pueden implementar medidas extra de seguridad: cámaras, grabación de las llamadas que se reciben, identificador de eso números y entrenar al personal de recepción para que no comente datos del personal y sepa qué hacer en emergencias.
Nunca debemos seguir una rutina, ni su familia. Cambiar todo el tiempo las rutas de traslado, los lugares de comida, horarios y lugares de diversión.
Descubrir los puntos débiles en la seguridad de nuestras casas y tratar de atenderlos.
Advertir a nuestras familias qué hacer y a quién llamar en caso de emergencia o cuando no nos localicen en determinado tiempo.
No dar nuestra dirección y teléfono personal a cualquier persona.
Sospechemos siempre de cartas y paquetes que no esperemos.
Cualquier amenaza u hostigamiento que se reciba debe ser discutida y analizada con los directivos para establecer la seriedad de ésta y proceder en consecuencia. Generalmente lo más recomendable es, si es grave, hacer la denuncia penal y pública.
Si enfrentamos un peligro real, claro y cercano, dejemos la investigación. Ninguna nota vale una vida.
Si existe la posibilidad de que sumemos a otros reporteros de confianza o medios informativos del país para publicar la información que nos pone en peligro, entonces hagámoslo.
Al publicar lo que debemos considerar
Pensemos que lo mejor es aminorar los riesgos, porque si en el hipotético caso de que todo nos haya salido muy bien durante la elaboración de un reportaje o una nota difícil, lo duro llegará cuando se publique.
Aunque ninguna medida nos hace inmunes, por lo menos en los casos peligrosos podemos aminorar los riesgos de la siguiente manera:

No firmar la nota o el reportaje
Que esté respaldado por documentos y lo ideal es las fuentes aparezcan con nombre y apellido.
No debe contener calificativos ni juicios de valor de nosotros. Sólo contar los hechos.
Grabar todas las entrevistas, aunque la fuente pida que no aparezca su nombre.
Cuidar los términos legales que utilizamos
No comprar información ni hacer “tratos” con las fuentes
Verificar la procedencia de los documentos.
Utilizar la mayor cantidad de fuentes de información
Sólo incluir en el trabajo temas y detalles de interés público, no aquellos que invadan la intimidad de una persona, salvo cuando esto sea determinante para lo se escribe.
Tratar de establecer escenarios sobre las reacciones de los que se denuncia en la información, para en caso de que se considere necesario adoptar las medidas de seguridad a tiempo.





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