El pasado 25 de enero fueron recordados los periodistas Diana Turbay en Colombia y José Luis Cabezas en Argentina, muertos en la misma fecha pero con siete años de diferencia. 

Ambos asesinatos profundizaron en su momento la discusión sobre los riesgos que corren muchos periodistas a la hora de cumplir con el oficio y movilizaron en sus países, no sólo a sus familiares, sino también a sus colegas y sectores de la sociedad civil, para exigir la resolución de los crímenes. Las secuelas de la violencia, la escasa aplicación de la justicia y el nivel de cautela y prudencia que deben tomar los comunicadores, fue otro tema urgente en esa época que aún tiene vigencia en el 2011.

A 20 años de su muerte

Diana Turbay dirigía el semanario Hoy por Hoy en Colombia. Fue secuestrada el 30 de agosto de 1990 por Los Extraditables, brazo armado del cártel de Medellín del narcotraficante Pablo Escobar, que se hicieron pasar por guerrilleros del Ejército de Liberación Nacional (ELN) y ofrecieron dar entrevistas a Turbay y a otros cinco periodistas. Para ello debían viajar a las montañas del noroccidental departamento de Santander, fue entonces cuando los secuestraron.

Turbay murió el 25 de enero de 1991 víctima del fuego cruzado entre los captores y las fuerzas de seguridad durante un fallido operativo para rescatar a los secuestrados. Tenía 40 años.

Tres de los hombres que participaron en el secuestro de Turbay fueron condenados a prisión, mientras que las investigaciones contra Escobar, autor intelectual, y uno de sus sicarios, se cerraron porque los dos murieron.

A 14 años del crimen

José Luis cabezas era reportero gráfico de la revista Noticias de Argentina. Su cadáver apareció el 25 de enero de 1997 en Pinamar, zona de veraneo donde fotografió a Alfredo Yabrán, un importante empresario postal que disfrutaba celosamente de su anonimato.

Yabrán no perdonó a Cabezas su “indiscreción” y lo mandó a matar. Fue hallado esposado, con dos tiros en la nuca y dentro de un auto incendiado. Tenía 35 años.

En Argentina su asesinato conmocionó al país que aún, luego de 14 años, sigue reclamando justicia por el crimen por el que fueron condenadas nueve personas, algunas de las cuales lograronsalir de prisión. Yabrán, considerado el autor intelectual, se suicidó para evitar su detención.