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Ivan Rocha
22 de abril de 1991

Caso: Ivan Rocha



¿Dónde está Ivan Rocha?:

1 de abril de 2003
Centro de Defensa de los Derechos Humanos del Extremo Sur de Bahía

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Hace 12 años que esa pregunta permanece sin respuesta y sin ningún indicio de que exista interés por responderla. Ivan Rocha desapareció el 22 de abril de 1991 en la ciudad de Teixeira de Freitas, en el extremo sur de Bahía, después de haber prometido en su programa “A voz de Ivan Rocha”, por radio Alvorada AM, entregar al juez Mário Albiani, que visitaría la ciudad al día siguiente, un expediente sobre el crimen organizado con los nombres de policías y de un influyente diputado involucrados en un grupo de exterminio del extremo sur de Bahía. En el municipio con cerca de 108 mil habitantes, ubicado a 828 kilómetros al sur de Salvador, capital del estado de Bahía, Rocha es el símbolo de un pasado aún muy presente que cada tanto reaparece en la voz de los defensores de los derechos humanos en su lucha por terminar con la impunidad.

A pesar de la resistencia de los fiscales que actúan en Teixeira de Freitas, la SIP recabó nueva información que indica que podría reabrirse el caso. El oficial de policía Jackson Silva, que presidió la investigación en ese entonces y hoy es titular de la estación de policía de Ubatã, afirmó a la SIP que “con certeza, las personas que cometieron el crimen son las que fueron detenidas y después absueltas y probablemente prendieron fuego al cuerpo que aún no se ha encontrado”. La afirmación del oficial se basó en un hecho: después que los acusados fueron puestos en libertad por la justicia, a mediados de 1994, Silva era oficial de policía en Porto Seguro cuando se encontró con uno de ellos, quien le comentó que “no van a encontrar nunca el cuerpo, porque le prendimos fuego”. Silva dijo a la SIP que no retomó el caso porque ya no trabajaba en el extremo sur de Bahía y el fiscal Edward Cabral Costa, a cargo del proceso, se había retirado. Resaltó que sufrió mucha presión durante las investigaciones.

La averiguación sufrió, desde el principio, una serie de presiones para que no continuara. Pero en mayo de 1991, el Procurador General de la República, Aristides Junqueira, aceptó la denuncia de crimen por omisión, presentada por la Federación Nacional de Periodistas (Fenaj) contra el gobernador Antônio Carlos Magalhães por no haber seguido el caso de Rocha.

En julio de 1991, Silva entregó el informe del interrogatorio calificando la desaparición de Rocha como un secuestro y denunció a Salvador Rodrigues Brandão Filho, que trabajaba en una radio del diputado Temóteo Alves de Brito, y a los policías militares Antônio Carlos Ribeiro de Souza, Domingos Cardoso dos Santos, Adilson Dias Ramos y Joel Caetano Pereira. El Ministerio Público consideró que había pruebas solamente para denunciar la participación de Souza, Brandão Filho y Santos. Este último fue absuelto, mientras que los dos primeros fueron condenados a cinco años de prisión, pero los jueces del Tribunal de Justicia de Bahía aceptaron luego la apelación y los absolvieron. El alegato fue que nunca se encontró el cuerpo del periodista y por eso el caso fue suspendido en 1994.

Otras fallas ocurridas durante la averiguación contribuyeron a la suspensión. La testigo principal del caso, Cirlene Alves Neto, fue secuestrada y liberada en agosto de 1991. Más tarde cambió su declaración sobre los acusados. Según la madre de Rocha, Valdelira de Jesus, el secuestrador de Alves Neto fue la misma persona que la habría secuestrado a ella - un ex policía conocido como Cidadão, quien la habría llevado a una emisora de televisión local en Salvador para que difamase a su hijo por falsedad ideológica, porque él había adoptado el nombre de su primo, Ivan Rocha. Su verdadero nombre era Valdeci de Jesus.

Los habitantes de Teixeira de Freitas comentaron en la ciudad que Alves Neto vive con el policía que la secuestró.

La SIP habló con familiares de Alves Neto en el 2002 y aunque asustados, contaron que ella estaba viviendo en otro estado. También relataron cómo Alves Neto les había descrito el secuestro de Rocha y después se había unido al otro policía conocido como Cidadão, con el que tenía un hijo y vivía una conflictiva relación, regida por el miedo.

Todos estos hechos serían suficientes para que la justicia reabra la causa y encuentre a los culpables. Pero lo que sucedió fue una serie de irregularidades que ayudaron a mantener la impunidad. Al contrario de lo que sucedió con el caso del periodista Tim Lopes, de TV Globo, cuya desaparición ocurrió el 2 de junio del 2002 (y más tarde la comprobación de su muerte) y movilizó a Brasil y a la policía en busca de los responsables y de la identificación del cuerpo, cuando se habla de Rocha todavía existen dudas alimentadas por los rumores.

Durante mucho tiempo predominaron en la región dos grupos políticos antagónicos: la oligarquía Brito (vinculada a Temóteo Alves de Brito) y la oligarquía Pinto (vinculada a José Ubaldino Alves Pinto, Uldorico Pinto y Francistônio Pinto). Radio Alvorada AM era de propiedad del grupo Pinto. “Lo que se dice es que los adversarios dieron dinero a Rocha para que viajara a los Estados Unidos e intentaron vincular mi nombre con el caso (la desaparición de Rocha) para ellos ganar la elección, pero aún así nosotros fuimos los vencedores”, dijo Temóteo Alves de Brito, quien fue electo alcalde dos veces - una de ellas después de la desaparición de Rocha, cuando era diputado y renunció al cargo para participar en su reelección por la alcaldía.

“Lo que se dice es que llevaron a Ivan Rocha a otro país”, insinuó también Pedro Silvério Moreira Braga, que presentaba un programa musical en la misma radio que Rocha y que trabajó como asesor del candidato apoyado por Temóteo Alves de Brito en las elecciones para el gobierno del estado en el 2002.


Braga pasó a ser señalado como un enemigo de Rocha desde que lo agrediera en la calle - Rocha había publicado en su diario la noticia de que a Braga se le seguía un proceso judicial por seducir a una joven. “Volvimos a ser amigos y fui absuelto, él pidió disculpas, yo también”, comentó Braga. “A Rocha le gustaba mucho la verdad, pero era sensacionalista en el diario”, comentó. En el 2002, los dos grupos adversarios se unieron en un solo proyecto político, lo que relegó aún más la resolución del caso de Rocha.

Como en el caso de Tim Lopes, ocurrido en Río de Janeiro, también en Teixeira de Freitas se encontraron huesos y ropa, pero en el sur de Bahía estas evidencias desaparecieron. No hubo apoyo financiero para enviar a analizar el ADN de los huesos, lo que comprobaría su muerte. Sin el cuerpo, sin vestigios, sin pruebas, los sospechosos que habían sido acusados fueron puestos en libertad y el caso fue suspendido.

El fiscal Edward Cabral Costa, actualmente retirado, dijo que ya no ocupaba el cargo cuando el caso fue suspendido y no entiende por qué la causa no llegó a su final. “El joven fue secuestrado, una persona (Cirlene Alves Neto) vio y describió minuciosamente ante un juez durante dos horas, cómo ocurrió el secuestro”, contó. Pero el fiscal recordó los problemas que interfirieron en el proceso. “Eran tantas amenazas de muerte por teléfono, que me vi obligado a enviar a mi hijo a Salvador”, dijo.

Las presiones provenían de todos lados. “En la Procuraduría General de Justicia, exigían que comunicase detalles secretos, pero cuando vi que el negocio era hacer política, fui al procurador y le dije que mi intención no era agradar al gobernador Antônio Carlos Magalhães (ACM)”, recordó Costa, que renunció al caso después de señalar a los supuestos implicados. “No conseguimos llegar al autor intelectual, pero llegamos a los ejecutores”, resaltó.

El juez auxiliar, Benedito Alves Coelho fue quien pronunció la sentencia acusando a los sospechosos presos porque la jueza titular, Kátia Suely Dantas Carilo, tenía cinco mil procesos pendientes. Coelho no tiene dudas de la culpabilidad de los acusados: “Juzgué, condené, tenía extensas pruebas en los autos”, confirmó. “Pero hubo presiones, intentos por dirigir el proceso y asustarme, pasé momentos malos”, recordó.

Agregó que pidió protección a la Policía Civil porque los policías militares se habían negado. “En realidad, no fue solo un secuestro lo que le sucedió con el locutor de radio, pero como no había un cadáver, tuve que condenar por el secuestro”, explicó. Coelho se sorprendió al conocer sobre la resolución del caso. “¿Quiere decir que el tribunal reformó mi sentencia? El Tribunal de Justicia estaba muy politizado en esa época”, comentó.

El fiscal Gilberto Ribeiro de Campos, de la Primera Fiscalía de Justicia de Teixeira de Freitas desde octubre de 1996, reabrió el proceso para hacer un informe. “Ese proceso siguió todo el procedimiento judicial posible, pero en el Tribunal de Justicia de Bahía el magistrado Ivan Brandão entendió que no había suficientes pruebas para condenar a los individuos condenados en primera instancia”, observó. “El delito de homicidio es material, es preciso hallar el cuerpo”. Además, la testigo principal, Alves Neto, rectificó lo que había afirmado durante la indagatoria. Según su testimonio inicial ella vio cuando Brandão Filho, Souza y otras dos personas que no conocía se llevaron a Rocha en un vehículo que partió a alta velocidad. Posteriormente, cambió su declaración, dijo que fue llevada a Salvador contra su voluntad y acusó al comisario de haberla forzado a prestar las declaraciones.

El fiscal afirmó que se sospechaba que la testigo había sido intimidada, pero no se hizo nada para protegerla o evitar las amenazas. Aunque actualmente es difícil conseguir que las personas testifiquen por miedo a las represalias, a comienzos de la década del 90 la situación era aún más complicada porque no existía en Brasil el servicio de Protección de Testigos. Campos manifestó que “la gente se imagina que fue un crimen por encargo, pero de quien se sospecha que fue el autor intelectual nunca fue reconocido”. Recordó haber leído la sentencia del juez y la consideró “valiente”, debido a que era una época en que había presiones e innumerables casos policiales.

Toda investigación policial puede frustrarse, basta que el juez u oficial de policía deje de hacer una pregunta importante, resaltó Campos. Para reabrir el caso Rocha, según comentó, sería necesario que surgiera nueva evidencia. Para Campos, la investigación se condujo bien, dentro de lo posible, porque Teixeira de Freitas se había emancipado como ciudad hacía poco tiempo y en esa época funcionaba en el distrito un solo juez y un solo oficial de policía, con todas las deficiencias posibles. En la actualidad existe en la ciudad el Instituto Médico Legal y un tribunal con juez específicamente para el sector criminal. En aquellos tiempos era preciso esperar días antes de que un médico forense averiguara lo que ya no era posible.

Wilson Victor de Alcântara, abogado de Rede Sul Bahia, grupo al cual pertenecía la radio en la que trabajaba Rocha, siguió el proceso con el fiscal y aceptó pedir el sobreseimiento de los implicados. “¿Cómo voy a pedir la condena de alguien sin pruebas?”, preguntó. “Hasta hoy no tenemos investigadores de nivel para un crimen de esa naturaleza. Si el caso se reabriera, debería realizarse una profunda investigación, más allá de eso, es difícil”, dijo Alcântara.

Secuestros y amenazas dificultaron la investigación

Una década después es casi imposible reconstruir lo que queda en la memoria de los familiares y amigos sobre los hechos de la época. La madre, Valdelira de Jesus, consternada por la pérdida de su hijo que hasta entonces ayudaba a enfrentar la precaria situación económica de la familia, confunde datos y sentimientos. Durante el período en que la presión de la prensa y de los representantes de los derechos humanos fue grande para que se llegara a solucionar el caso, ella señaló haber sido víctima de un secuestro.

Según relató, una noche dos hombres fueron a su casa en un automóvil policial y la llevaron con el pretexto de que debía prestar declaración en la comisaría. Valdelira cuenta que fue en avión hasta Salvador y la comenzaron a presionar para que dijera que un diputado habría dado dinero a su hijo para que huyera. Presuntamente Rocha se habría excedido en sus críticas y el clima en la ciudad estaba bastante tenso para él. Nerviosa, recordó haber tenido un dolor de cabeza muy fuerte (sufre de presión alta), por lo que tomó un té para calmarse y se durmió profundamente.

Los amigos y la hija describieron que ella estaba en estado de semi conciencia cuando apareció en la televisión de Santa Cruz para hablar contra el propio hijo - Valdelira no recordó eso. En la televisión, fue entrevistada por el hecho de que Ivan Rocha no era el verdadero nombre de su hijo, sino que Valdeci de Jesus. Ivan Rocha era, en realidad, su primo, de quien había tomado prestado el nombre y los documentos. La historia no fue confirmada por la familia.

Los restos de Ivan Rocha

Una cartera profesional de Rocha de Radio Santos Dumont, perteneciente a la Asociación de Cronistas Deportivos de Paraná, de 1986, y una foto de él en la Radio - Diario de Itabuna, del mismo año, fueron los recuerdos que le quedaron a la familia. Como los documentos son antiguos, en los archivos de las entidades no fue posible encontrar ninguna información sobre el locutor de radio.

Debido a que el periodista asumió el cargo como dirigente regional del Sindicato de Periodistas Profesionales de Bahía en el extremo sur con el nombre de Ivan Rocha, no con su verdadero nombre, el presidente de la Asociación de Prensa de Bahía, Agostinho Muniz, dijo que el organismo había decidido que sólo participaría en el proceso para averiguar información sobre la falsa identidad cuando el locutor de radio reapareciera. El cambio de nombre fue usado como pretexto para que Rocha pasara de víctima a culpable en el transcurso de las investigaciones, dificultando aún más la prosecución de la causa.

La madre contó que él tenía 33 años cuando desapareció. Era el mayor de 12 hermanos, de los cuales dos habían muerto de pequeños y otros dos fueron asesinados por la policía. Rocha ayudaba a abastecer con arroz y frijoles la despensa. Había salido de la casa a los 18 años para vivir su vida fuera de Teixeira de Freitas. Pasó por Río de Janeiro, São Paulo, Belo Horizonte. Volvió a Bahía cuando tenía alrededor de 30 años y ayudó a construir la casa donde vivía su madre y su hermana. Hacía solo un mes que estaba en Radio Alvorada AM cuando desapareció. “Yo no quería que hiciera el programa, era peligroso, pero me dijo que había nacido para eso”, recordó la madre.

Durante dos años, Rocha tuvo su propio diario, A Notícia, que se mantenía gracias al contrato con la Alcaldía y mientras hacía oposición al gobierno del grupo del ex gobernador de Bahía y senador reelecto Antônio Carlos Magalhães (PFL). La madre recordó que fue candidato a concejal por el Partido de los Trabajadores (PT) en la ciudad de Itabuna, en Bahía.

Según sus amigos, Rocha siempre llevaba consigo su agenda de teléfonos. El día en que desapareció también se perdió la agenda. Él había salido aquel día de la casa de su madre diciendo que se encontraría con su novia, Rosária Monti, de 34 años. Cuando Rocha desapareció Monti intentó en vano encontrar cualquier indicio que la llevase a él. “Desapareció todo: agenda, documentos y la cartera. En la casa donde vivía no había nada”, relató. Llegó a pensar que había huido por cuenta propia. Luego inició la lucha por encontrar a su novio.

Si bien hacía un año que mantenían una relación amorosa, Monti no sabía mucho sobre la vida personal de Rocha. Se conocieron cuando él trabajaba en el diario y ella estaba al frente de una huelga de profesores. “Era una persona extremadamente buena y quería continuar con el programa de denuncias en la radio”, describió Monti. “Él tenía una forma exagerada de dar las noticias para llamar la atención, con la cual yo no concordaba, pero nunca decía nada de lo que no estuviera seguro”. Su empeño por descubrir qué le había sucedido a su novio derivó en una persecución política en su contra, perdiendo así su empleo y mudándose de Teixeira de Freitas.

El caso llegó al Ministerio de Justicia

La última vez que Josephus Julins Maria Koopmans, conocido como el padre José, fue entrevistado por Ivan Rocha, le dio un consejo al locutor de radio, “Ivan, cuidado...”. El padre José decía que Rocha a veces hacía denuncias sin tener pruebas. El periodista habría respondido: “A veces yo exagero, sí”. El padre reconoció que “era un periodista valiente, sin duda”. La región siempre fue pródiga en situaciones que exigían intrepidez. En la época en que Rocha trabajaba en la radio, eran frecuentes las noticias sobre disputas de tierras, violencia policial y persecución política con amenazas. Actualmente los problemas se relacionan principalmente al tráfico de drogas.

En los últimos 10 años el padre José encabezó la lucha por los derechos humanos en el sur de Bahía, denunciando casos de tortura y muerte. “Las personas que vivían cerca de la comisaría y escuchaban los gritos no tuvieron la valentía de declarar”, relató. Por motivo de su actuación política, el padre José recibió varios “mensajes” para que se “calmara”. Como la población tenía miedo de atestiguar, durante mucho tiempo él recibía todas las quejas. “Después del caso Ivan Rocha, cambiamos de táctica. Ahora si alguien quiere presentar una denuncia, tiene que hacerlo personalmente”, dijo.

El padre José conoció a Rocha cuando éste comenzó a salir con la profesora Rosária Monti, a la que él llamaba cariñosamente Dadai, quien también participaba en la lucha en pro de la justicia. Por su relación con Monti e indignado por la forma en que Rocha desapareció, el padre comenzó una campaña para exigir que las autoridades investigaran el caso. Nacido en Holanda y educado en Austria, y con muchos contactos en el exterior, hizo llegar cartas de protesta al gobierno brasileño. Como resultado, fue recibido en 1991 por el entonces ministro de Justicia, Jarbas Passarinho.

Al no encontrar respuesta en Brasilia, el padre José solicitó al Ministro la intervención de la Policía Federal en el caso, pero el funcionario le explicó que según la legislación brasileña, no sería posible, a menos que fueran casos de tráfico internacional de drogas. “El Ministro dijo que estaba preocupado con la repercusión negativa de la muerte del locutor de radio para la imagen de Brasil en el exterior y pidió a su secretario que coordinara una entrevista colectiva con los representantes de los principales diarios del país para que por lo menos la historia saliera a la luz”, dijo el padre José. Al día siguiente, estaban los periodistas de los grandes medios de comunicación. Lo irónico fue que no se publicó ninguna nota. Sólo unos ocho meses después, la revista Veja, de circulación nacional, mencionó el caso de Rocha como un ejemplo de la violencia en el estado de Bahía.

Un comité de solidaridad fue creado en abril de 1991 por representantes de sindicatos y de otras organizaciones de derechos humanos para presionar a las autoridades para que encuentren a los asesinos de Rocha. El comité fue presidido por José Alberto Ranciaro, 54 años, conocido como Zé da Baiana. Él y su mujer mantienen desde hace 12 años un espacio cultural en la comunidad de São Lourenço, una zona pobre de Teixeira de Freitas, donde ayudan a niños y adolescentes con cursos profesionales para combatir la deserción escolar. Fue a través de Monti, integrante de un grupo de alfabetización para adultos, que Zé da Baiana conoció al locutor de radio.

Zé da Baiana ayudó a organizar un acto público que convocó a cerca de cinco mil personas en protesta por la desaparición del locutor de radio. Lo hicieron perseguir e intentaron intimidarlo. Zé da Baiana dijo que después de haber organizado el acto público fue seguido por las calles durante algunos días, lo que consideró como una forma de intimidación. Sin dejarse amedrentar, formó luego con el padre José, una especie de oficina de los derechos humanos en la región.

Para Zé da Baiana, Rocha fue imprudente, porque había sido alertado sobre el peligro que corría al hacer denuncias. El programa “A voz de Ivan Rocha” era transmitido simultáneamente por tres radios, por eso tenía una audiencia garantizada. Con la muerte de Rocha, el portavoz de la radio pasó a ser Ramiro Guedes Luz.

Durante el primer año después de la desaparición de Rocha, Luz mantuvo una cortina musical permanente en su programa, alertando para que el hecho no cayera en el olvido. Utilizaba los versos de la canción “Hallados y Perdidos” (del compositor Luiz Gonzaga Júnior, interpretada con la voz fuerte y dramática de la cantante Maria Medalha): “¿Quién me dirá dónde está aquel fulano de tal, amigo, hermano, novio que no volvió más? Insiste el anuncio de las hojas de nuestros diarios: hallados, perdidos, muertos, demasiados recuerdos...” Enseguida, le decía a las autoridades: “Hoy se cumplen tantos días de la desaparición”. Se daba un número de teléfono al aire para quien quisiese dar información.

La insistencia de Luz le valió amenazas por teléfono. “Decían que iba a terminar como Ivan Rocha, corría un rumor que habían contratado a alguien para matarme, pero nunca creí en eso”, contó. Luz es director de Periodismo de la Radio Transamérica y del diario O Diário, de Porto Seguro, y presentador de “Almoço à Brasileira”, en Radio Caraípe, en Teixeira de Freitas.

Década de violencia contra la libertad de prensa

La desaparición de Rocha es considerada el primer caso reciente de violencia contra la libertad de prensa en Bahía, observó Agostinho Muniz, de la Asociación de Prensa de Bahía (ABI, según sus siglas en portugués). Hasta 1991 existían pocos antecedentes de periodistas asesinados en ciudades del interior del estado. De 1991 a 1997, contando a Rocha, 10 fueron asesinados en el ejercicio de su profesión en Bahía. Después de 12 años de su desaparición, Muniz cree que se puede decir que Rocha está muerto.

El período más crítico se dio entre 1995 y 1997, cuando el promedio era un profesional asesinado cada seis meses. En 1996, esas estadísticas llamaron la atención de la ABI, que realizó el Primer Seminario contra la Violencia a la Libertad de Prensa en Bahía. El Colegio de Abogados de Brasil (OAB) constituyó una comisión para la defensa de los periodistas que eran amenazados. Al año siguiente, se celebró el Segundo Seminario, con la presencia de 13 entidades del área de Derechos Humanos y de Comunicaciones, tanto del país como del exterior. “Fue una victoria, porque el gobierno del estado estaba muy involucrado en esta situación y aún así conseguimos atraer a representantes del Ministerio Público, que sufría la influencia de la política del momento”, recordó Muniz.

Muniz consideró que el cese de los asesinatos contra periodistas en el estado de Bahía se debió a la acción de las entidades y a la repercusión internacional. El último aconteció en enero de 1998, cuando Manoel Leal, director del diario A Região, de Itabuna, fue asesinado. Sin embargo, según Muniz, aún existen amenazas en contra de los periodistas. Las entidades periodísticas y pro derechos humanos exigen ahora que las autoridades asuman la responsabilidad de las muertes, ya que la constitución estatal dice que el gobierno debe garantizar la libertad de prensa.

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