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Miguel Ángel Villagomez Valle
9 de octubre de 2008

Caso: Miguel Ángel Villagomez Valle



La autocensura, única arma contra el miedo tras la muerte de un periodista:

13 de noviembre de 2008
María Idalia Gómez

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13-11-2008


A Miguel Ángel Villagomez Valle lo asesinaron el 9 de octubre de este año. Un mes después, su periódico La Noticia de Michoacán sigue apareciendo en Lázaro Cárdenas, pero ya no incluye noticias sobre el crimen organizado, ni siquiera da seguimiento sobre el crimen y los nulos avances que registran las autoridades. La razón: su familia y los periodistas tienen miedo.

A Miguel Ángel Villagomez Valle lo asesinaron el 9 de octubre de este año. Un mes después, su periódico La Noticia de Michoacán sigue apareciendo en Lázaro Cárdenas, pero ya no incluye noticias sobre el crimen organizado, ni siquiera da seguimiento sobre el crimen y los nulos avances que registran las autoridades. La razón: su familia y los periodistas tienen miedo.

“Si supiésemos qué les enojó, que pasó, no nos quitaría el dolor, pero estaríamos en otro terreno. Esto nos cimbró. Asumimos las medidas de seguridad para nuestras personas. Tratamos de vivir con el miedo, porque si no el periódico va a ser rebasado”.

Las palabras de Francisco Rivera se escuchan con voz suave, sin ánimo, con tristeza. Lo dice cuando apenas han pasado unos días del asesinato de su gran amigo y jefe, y a quien ahora sustituye como director general en el periódico.

A Miguel Ángel Villagomez Valle lo mataron por la espalda, a la media noche del jueves nueve de octubre, en medio de un basural. Apenas la semana anterior, el 29 de septiembre, había cumplido 29 años. Desde hace cuatro años era el dueño y director del periódico La Noticia de Michoacán, el más importante de la región de Lázaro Cárdenas, al sur del estado.

No hubo amenaza previa, sólo algunas advertencias indirectas que el editor nunca consideró graves y que incluso no comentó en el diario. Por ahora, las características y la información disponible generan las primeras hipótesis que llevan al crimen organizado, a uno de los grupos que operan en la región y al que podría haberle molestado la cobertura que hizo el diario sobre las dos granadas lanzadas en la ciudad de Morelia, durante los festejos del día de la Independencia (15 de septiembre), que provocaron la muerte de ocho personas y heridas a más de 100.

Las autoridades han identificado, como uno de los posibles motivos, la publicación de una nota que daba cuenta de la aparición de una manta en una de las avenidas principales de Ciudad Lázaro Cárdenas, probablemente colocada por una de las organizaciones de narcotraficantes. Información que nadie más publicó, porque en varias redacciones se recibieron amenazas de muerte, aparentemente la advertencia no llegó a tiempo en La Noticia.

La redacción, un lugar de camaradería

El jueves 9 de octubre, Miguel Ángel Villagomez trabajaba en las oficinas del periódico, un lugar austero dentro de una casa de fachada clara, justo en el centro de la Ciudad, en la calle 8 de Mayo. El equipo prácticamente había terminado la jornada, sólo faltaban dos páginas de la edición y algunas fotografías por decidir.
Pasaban de las 10 de la noche. Ya era tarde para estar caminando por el centro de Lázaro Cárdenas por estos días, porque hay obras de vialidad y de drenaje profundo sin terminar que hacen más difícil el paso, hay que recorrer más calles y la gente transita menos por la zona.

Miguel Ángel se ofreció a llevar a dos de sus empleados, que ese día habían sobrepasado su horario y, uno de ellos, además cubriría un turno extra al día siguiente. La camaradería en el diario es mucha, a cualquiera que se le pregunte responde que se conocen bien y se ven como equipo, porque desde hace cuatro años trabajan juntos. El apoyo es cotidiano.

El editor dejó la oficina alrededor de las 10:40 de la noche. Regresaría pronto, avisó, porque había que revisar las dos últimas páginas e imprimir el diario, algo que personalmente supervisaba. Sólo tendría que recorrer menos de 3 kilómetros, en un horario en el que ya no había tránsito.

Subieron los tres en el Chevy Monza color rojo de Villagomez, y a cada uno lo dejó a la puerta de su domicilio. La última casa en visitar, apenas estaba a unos 700 metros del periódico, sólo que con las obras en la vialidad, se extendía un poco más la distancia. Después se le perdió el rastro. Lo interceptaron, todavía no saben dónde, cuántos y cómo. Simplemente lo sometieron y se lo llevaron.

En la redacción de La Noticia lo esperaron. Le llamaron al celular en varias ocasiones, pero sin respuesta. Se hizo tarde, así es que decidieron cerrar las planas que faltaban y enviar a imprimir el diario. Mientras lo hacían, llegó un reporte de la policía, cerca de las 11:30 de la noche, que registraba un “levantón”, no había más datos sobre el lugar o nombre de la persona. No pudieron reportearlo más por la hora y lo dejaron para chequearlo al día siguiente.

“No creíamos que fuera nuestro compañero”, comentó una persona de La Noticia.
La edición salió con un poco de retraso.

Eligieron un paraje

Encontraron al director poco después de las cinco de la mañana del viernes 10 de octubre, a un metro del asfalto, entre bolsas, botellas y cartones, los restos de un basurero clandestino. Es un pequeño paraje a la orilla de la carretera Zihuatanejo – Lázaro Cárdenas, a dos kilómetros del entronque del municipio de La Unión, Guerrero.

El cuerpo de Villagomez Valle lo ubicaron policías estatales, que lo vieron en su recorrido de rutina. Rápido se corrió la voz.

Para llegar allí, desde la Ciudad de Lázaro Cárdenas los secuestradores se fueron por la carretera libre que lleva a Guerrero y después de recorrer unos 50 kilómetros, una hora de viaje aproximadamente, se detuvieron. Aprovecharon la obscuridad y el desamparo. A menos de un kilómetro de ese lugar, está un cuartel sectorial de la Policía Estatal Preventiva, instalaciones que ahora también ocupa la Policía Federal.
En ese lugar lo mataron. Allí estaban la sangre y los casquillos percutidos de calibre 10 milímetros. Miguel Ángel estaba boca abajo, le dispararon seis veces en la parte baja de la espalda y el tiro de gracia en la nuca.

Le dejaron sus llaves, el dinero y su cartera. Tenía un gafete del periódico La Noticia de Michoacán, por eso los policías después lo identificaron fácilmente y sus familiares se enteraron muy pronto. Los asesinos sólo se llevaron el celular y el automóvil Chevy Monza rojo que todavía no aparecen.

Al medio día de ese viernes, la Secretaría de Seguridad Pública del estado de Guerrero emitió un primer reporte oficial, primeros datos que irían cambiando con más información disponible: “Se tuvo conocimiento que este día siendo las 06:00 hrs. en la carretera federal Zihuatanejo-Lázaro Cárdenas, a un kilómetro antes de llegar a la cabecera municipal de La Unión de Isidro Monte de Oca, se encontraba el cuerpo de una persona del sexo masculino. Al lugar se trasladaron elementos de esta corporación informando que el occiso presentaba tres impactos de arma de fuego, dos en el abdomen y uno en la cabeza, portaba un gafete con el nombre de Miguel Ángel Villa Gómez Valle, director de prensa del diario La Noticia de Michoacán. Se desconoce el móvil de los hechos así como la identidad del o los homicidas”.

“Por un periodismo con valores”

Miguel Ángel Villagomez era franco y directo. Era un joven dedicado al trabajo y constructor permanente de proyectos.

“A ‘Miguelín’ lo extrañaremos muchos y por muchas cosas, por sus modos, por su carácter invencible, por su forma de enfrentar los retos y por su tenaz lucha de ser cada vez más diferente a los demás”, escribió una semana después del crimen en su columna su amigo Arnulfo Mora, director del periódico Panorama del Puerto de Lázaro Cárdenas.

Su oficio original era el de impresor, muy joven comenzó como auxiliar en talleres y después se convirtió también en editor. Llegó primero al diario Contextos de la Costa y luego al Infórmate Diario, ya desaparecido. Le gustó, ya para entonces, no sólo imprimir y reparar las máquinas, también informar.

Francisco Rivera Cruz recuerda que por el buen trato que tenía y los amigos logrados en los años de trabajo, le ofrecieron a Villagomez buen precio y a crédito una imprenta para hacer su propia empresa. Ambos lo conversaron, pues quería que fuera su director de información.

“Me invita a formar parte del proyecto. Con algunas deudas se embarca con equipo de cómputo y maquinaria. Sólo estaba dedicado al diario, era su amor por los talleres”, relata Rivera Cruz.

Entre tropiezos y dudas, pero con empeño y esfuerzo, nació el periódico La Noticia de Michoacán, por un periodismo con valores”. Su primera edición fue el 12 de julio de 2004.
En poco tiempo se convirtió en el más leído y confiable para los lectores, esto permitió que la oficina creciera hasta llegar a 16 personas en redacción y administración. Actualmente, de acuerdo a sus propias cifras, los lunes tiene un tiraje de 5.200 ejemplares, y de martes a sábado alrededor de 1.500.

Incluyeron secciones nuevas para tratar los temas del Puerto, lo económico, lo político y social; además de una página de notas de color. Sumó a distintas voces que dieran argumentos en sus columnas y que anteriormente no tenían cabida en otros medios.

“Le gustó ser muy oportuno, en los terrenos económico y político fue muy puntual en los eventos, que se estaban dando en Michoacán y en el Puerto. Cuando había que investigar algo, cuando había alguna inquietud, poníamos nuestras energías para buscar la información”, precisa Francisco Rivera.

Sus compañeros y otros periodistas coinciden en que Miguel Ángel desarrolló el olfato de la noticia, aunque nunca quiso escribir una columna. Tomaba poco alcohol, no solía ir a las reuniones de periodistas o de funcionarios.

“Era de muy buen carácter, no buscaba la confrontación y era reservado”, añade un reportero.

Su situación económica era suficiente, apenas una casa sencilla a unos minutos de la ciudad, en donde vivía con su esposa Irania y tres hijos, de dos, cinco y siete años de edad.

El deterioro de Michoacán

Michoacán se ubica en el Pacífico mexicano. Es un estado de costumbres, de vida tranquila y de personas de trabajo en el comercio, la agricultura y la minería, principalmente.
En todo el estado habitan alrededor de cuatro millones de habitantes, de ellos, menos del 10% se encuentran en Ciudad de Lázaro Cárdenas, donde se ubica el único puerto de la entidad y uno de los más importantes de toda América Latina, por su capacidad de recepción y manejo de buques modernos y de gran calado, pero también por las rutas comerciales que han desarrollado hacia el centro y costa oeste de Estados Unidos.

Las estadísticas del INEGI (oficina que tiene a su cargo las estadísticas en México), señalan que son menos de 300.000 personas las que viven en Lázaro Cárdenas y sus alrededores. Por eso todavía es un lugar en el que muchas de las familias se conocen, saben de su historia y se saludan. Las calles y las casas son sencillas en general, varias de ellas todavía están mal pavimentadas y, en algunos lugares, fallan los servicios de limpieza, drenaje y luz. Es una región privilegiada por la naturaleza, con grandes ríos, muchas de sus playas permanecen en calma y sin hoteles, en donde se pueden ver tortugas marinas y cocodrilos que rondan y se les cuida, y los productos mineros son una de las fortalezas de la economía.

El ritmo cotidiano de la ciudad lo marca el movimiento del Puerto. El de la carga que llega y sale. El lugar tiene un paso apurado. Confluyen inversiones estratégicas para el estado y el país. El año pasado por ese lugar transitaron más de 324.000 contendores y casi 14.000 ntoneladas de carga. Los proyectos de nueva infraestructura aduanal y férrea lo convertirán, el próximo año, en el más importante de Latinoamérica, según estimaciones del gobierno del estado y de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes.

Crimen organizado

Pero la geografía del estado de Michoacán también es estratégica para el crimen organizado. Desde hace décadas la siembra de marihuana es permanente en toda la región de Tierra caliente. La sierra y montaña es un lugar casi inexpugnable, en donde los operativos, cuando se realizan, se hacen con equipos bien entrenados del Ejército y la Policía Federal, de forma rápida y con gran número de agentes.

Los informes de la Procuraduría General de la República (PGR) sitúan a las costas michoacanas como una de las principales vías de acceso de droga proveniente de Centro y Sudamérica, que es escondida en contenedores o recogida en alta mar por lanchas rápidas.
En 1999, en ese estado fue identificado por la PGR el Cártel de la familia Valencia (también denominado Cártel del Milenio), como el principal operador de la zona. En el año 2002, según los mismos reportes, se dividió la organización y un grupo encabezado, al parecer, por Carlos Rosales (detenido en 2004) se enfrentó a la familia Valencia y, para ello, se alió al Cártel del Golfo, contratando como sicarios al grupo de militares desertores autodenominado “zetas”.

Para noviembre de 2006, a través de una estrategia de difusión de panfletos y anuncios pagados en los diarios de Morelia, un grupo que se autonombró “la familia”, dio a conocer su presencia en el estado. Aseguró que trabajaría por devolver la paz y sacar a los narcotraficantes que vendieran la droga denominada “ice”, entre otras cosas. Desde entonces, supuestos integrantes de ese grupo se apoderaron de las operaciones de trasiego de droga por la entidad, además de cobrar a cambio de seguridad y por otros delitos, como administradores de la plaza, algo muy parecido a la mafia siciliana. También, a partir de entonces, se dio otro tipo de confrontación entre los grupos rivales que, además de violencia, incluía estrategias de inteligencia y contrainteligencia, como la colocación de mensajes y mantas; la aparición de cabezas de personas para infundir terror; así como el generar confusión y desconfianza entre la población.

Desde entonces hasta ahora, en Michoacán la confrontación de grupos por el territorio ha desatado una violencia que incluye el asesinato de funcionarios, el descabezamiento de presuntos integrantes de esos grupos y enfrentamientos entre autoridades y narcotraficantes que han durado horas y en los que se han utilizado bazucas, metralletas y lanzagranadas, por ejemplo.

De enero al 25 de octubre de 2008, en todo el país se habían registrado 3.875 ejecuciones, posiblemente vinculadas al narcotráfico. Sólo en el estado de Michoacán, las los conteos muestran que, por lo menos, 181 personas habían sido asesinadas al parecer por las mismas causas. Hasta junio de este año, Michoacán ocupaba el sexto lugar de ejecuciones cometidas en el país; detrás de Chihuahua, Sinaloa, Durango, Baja California y Guerrero, de acuerdo con las estadísticas del ICESI y del CIDAC.
En los años anteriores la cifra fue mayor: en 2007 fueron 238 las personas ejecutadas y en 2006 alcanzaron a 543. La disminución de los crímenes se debe, explican reporteros de la entidad, a que funcionó la estrategia que impusieron de terror y sometieron a grupos de narcotraficantes rivales y a la población misma.

“Se vive un estado de terror y los narcos controlan todo, regiones enteras, cobran por seguridad a empresarios y deciden qué criminales pueden trabajar como ladrones, vendedores de piratería, y otras cosas”, comenta un editor de la zona.

Ese nuevo rostro del miedo y de violencia, también se refleja en el ejercicio periodístico. En sólo dos años han sido asesinados dos comunicadores y desaparecido otros tres, que se suman a los dos asesinatos que permanecen impunes desde hace más de una década.

Ninguno de esos crímenes ha sido aclarado por la Procuraduría General de Justicia del estado de Michoacán, por el contrario, los oficios entregados a SIP como respuesta a sus exigencias de justicia, muestran que no existe clara voluntad de avanzar en las indagatorias.
Ante la cantidad de ataques a periodistas, la impunidad existente, la presencia del crimen organizado y la corrupción, Michoacán se coloca como uno de los estados más peligrosos para ejercer el periodismo junto con Tamaulipas (ocho asesinatos), Oaxaca (siete) y Chihuahua (seis casos).

Sugerencias = Amenazas

Preguntar a los integrantes redacción de La Noticia de Michoacán, si Miguel Ángel había recibido amenazas o alguno de ellos, la respuesta en automático es no. Lo mismo ocurre con su esposa Irania. Pero conforme la charla avanza y los días también, van reflexionando sobre comentarios, sobre datos y advertencias antes desapercibidas.

Todo fue muy rápido y en corto tiempo. Las señales que antes no vieron como advertencias reales, comenzaron en las últimas tres semanas, después del 16 de septiembre.

Cuando detonaron las dos granadas en Michoacán, la capital del estado, el periódico pudo tener información fresca y hasta fotografías, relata Francisco Rivera. Aunque los recursos del periódico no le alcanzaban para tener un corresponsal en la capital del estado, su amistad con periodistas y fotógrafos de Morelia le permitió contar con el material.

“Fue el único diario (de Lázaro Cárdenas) que siguió el tema tan ampliamente. Fue el que nos ocupó muchos de los espacios. Eso les pudiera haber molestado, no veo otro, en todos los temas, en todos los asuntos políticos o económicos, cuando se señalaba a alguien, a una persona, siempre hubo la oportunidad de réplica. En esos sectores hay buena relación”, repasa Francisco.

La cobertura aunque no a profundidad sí era puntual –detalla Rivera--, e incluía declaraciones de funcionarios y avances en las investigaciones.

Miguel Ángel Villagomez no comentó a los integrantes de la sala de Redacción de La Noticia que hubiera recibido alguna amenaza; sin embargo, su amigo Arnulfo Mora escribió en su columna una semana después de su muerte: “Tengo presente una plática nocturna con Miguel sobre ese tema. ‘Mora, recibo llamadas que me indican que no toque algunos temas, pero la venta del periódico es primero y no me voy a rendir’. Mi respuesta fue sincera. ‘Miguelín, no hacen falta héroes ni mártires, mi sugerencia es que no te arriesgues ante amenazas de invisibles, es mejor no retar a quienes no vemos y menos conocemos’. ‘No pasa nada, es cosa de no tenerles miedo’, fue su inmediata respuesta de aquella charla nocturna de hace cosa de cuatro meses”.

El viernes 26 de septiembre, la PGR anunció que un día antes había capturado a tres personas en Apatzingán, Michoacán, que pertenecían a los “zetas”, aseguró la autoridad y sostuvo también que confesaron su participación en las explosiones de granadas contra civiles 11 días atrás. Los tres detenidos eran originarios de Lázaro Cárdenas, según reportó ese día la agencia michoacana de noticias Quadratín.

Pero 11 días después, como parte de una estrategia en diferentes estados y municipios, en las ciudades de Uruapan, Morelia y Lázaro Cárdenas, aparecieron unas mantas vistosas y en ellas se acusaba al grupo “la familia” de las explosiones y se ofrecía una recompensa.

Aunque en Lázaro Cárdenas esos mensajes fueron retirados casi de inmediato por la policía municipal, los periodistas de la zona lograron saber que se habían colocado cinco en toda la ciudad y que algunas de ellas decían: “El cartel del Golfo condenamos enérgicamente los atentados del 15 de septiembre, ofrecemos nuestra ayuda al pueblo para detener a los líderes que se hacen llamar La Familia, después de haber sido narcotraficantes pasaron a ser terroristas. El Cartel del Golfo ofrece 5 millones de dólares por cualquier información que nos lleve a la captura de Rosario Moreno González a su equivalente en euros o cualquier moneda del país… Les exhortamos a que se unan al Cartel del Golfo y tendrán nuestro apoyo…”, así apareció publicado en el periódico Cambio de Michoacán.

El diario La Noticia de Michoacán, de Lázaro Cárdenas también sacó la nota e incluyó una fotografía. El resto de las publicaciones no lo hizo, sólo lo mencionó “en entrelíneas”, comentaron reporteros de la región.

De acuerdo a un reporte de las autoridades de Michoacán del 13 de octubre, en la ciudad de Uruapan el 7 de octubre, una manta similar a las de Lázaro Cárdenas, apareció frente al diario La Opinión. La noticia no apareció porque se recibieron llamadas anónimas a los diarios en las que se les amenazó de muerte si publicaban esa información.

La Procuraduría General de Justicia de Guerrero retomó esta información como uno de los posibles detonantes o motivos de la muerte de Migue Ángel Villagomez.

Reporteros y administrativos no reportan alguna amenaza que semanas o días antes hubiera llegado a las oficinas de La Noticia; sin embargo, la noche en que fue secuestrado el director sí notaron algo extraño que, hasta después de su asesinato, vincularían como una situación de peligro: La noche del jueves 9 de octubre, varias personas, en distintos momentos, llegaron preguntando por Miguel Ángel, pero como él estaba muy ocupado no los pudo atender. Un hombre con acento fuereño, regordete, que portaba una gorra, cadenas de oro muy grandes y brillantes en el cuello y en las muñecas, preguntó por el director.

El extraño dijo que quería poner un anuncio. Lo atendieron y el personal encargado le ofreció la mejor oferta, pero se empeñaba en ver personalmente a Villagomez, porque según explicaba, quería que le diera un buen precio como se lo había dado a un familiar semanas atrás.

Ese hombre extraño quería anunciar su camioneta por tres días, y pedía que en ese momento, ya pasadas las nueve de la noche, le fueran a tomar la foto, para venderla pronto, porque le urgía. Los empleados le dijeron que el anuncio no saldría ese día, pues el periódico ya estaba cerrando sus páginas, por lo que lo atenderían mañana. El hombre todavía se quedó un poco más, pretendiendo hablar con el director.

En ese momento Miguel Ángel atendía en sus oficinas a varias personas, entraba y salía gente, por lo que no le pudieron avisar de la presencia del hombre que, a todos, “les daba mala espina”. El director salió tan rápido de su oficina y se fue con los dos trabajadores en su auto Chevy, que nadie le dio el recado. El hombre ya se había ido también.

“Que me entierren con la banda”

El cuerpo de Miguel Ángel Villagomez Valle se lo llevaron a una funeraria habilitada como Servicio Médico Forense en Zihuatanejo, Guerrero, porque en el lugar que lo mataron ya era a las afueras de Michoacán, dentro del estado guerrerense. Camilo Blancas, ministerio público adscrito al municipio La Unión, así lo ordenó, después de que llegara al lugar del crimen con los peritos.

Comenzó la averiguación previa. Le encontraron siete disparos, dos de las ojivas todavía estaban alojadas en el cuerpo. Su cuerpo no tenía golpes o señas de tortura. El reporte forense indica que lo mataron alrededor de las 12 de la noche.

El gobernador de Michoacán, Lonel Godoy, se apresuró a decir que lamentaba la muerte del editor y que brindaría todo el apoyo a su familia. Sin embargo, hasta ahora la Procuraduría de Justicia del estado no ha llevado a cabo diligencia alguna sobre el caso, al menos que tenga noticia el director del diario o la familia.

La esposa de Miguel Ángel, familia y sus compañeros del diario fueron hasta allá a declarar y reclamar el cuerpo. Dos horas de viaje y luego de regreso. Por eso el periódico La Noticia de Michoacán no se publicó el sábado. El viernes lo velaron y el sábado lo cremaron.

“El sábado no salió el periódico porque los hechos nos rebasaron. No estábamos preparados”, explicó Francisco Rivera.

El cortejo fúnebre llegó a la iglesia de San José Obrero, muy temprano. Eran las siete de la mañana. Después de la misa, su familia, amigos y reporteros lo acompañaron por las calles, caminaron junto con las canciones de un mariachi. Llegaron hasta las oficinas y talleres de su periódico.

Colocaron entre cientos de flores el féretro, justo a un lado de la imprenta. En su honor encendieron los motores, los dejaron crujir por unos minutos. Las lágrimas y los aplausos rebasaron en lugar. Los amigos, los vecinos y compañeros no cabían y tuvieron que quedarse afuera, hasta donde llegaban también los adornos florales.

La familia de Miguel Ángel se quedó de pie, a un lado. Los compañeros del diario los abrazaron, se abrazaron. La banda allí le canta las canciones que le gustaban: Mi Gusto es, Puño de mi Tierra, Que me entierren con la Banda. Su hijo mayor pidió verlo por última vez y le abrieron el féretro. Las lágrimas no alcanzaron.

Sonó entonces la canción de las Golondrinas. Le abrieron paso al cuerpo para subirlo en la carroza. Está lloviendo afuera y así se fue.

El saldo: la autocensura

Pasaron las semanas. Los resabios de la muerte de Miguel Ángel son evidentes. Los reporteros trabajan con un temor sordo y permanente, se cuidan. La línea editorial de La Noticia de Michoacán cambió.

El miedo tocó tal extremo, que existe la idea en el periódico de que si investigan y publican las causas de la muerte de su director y quiénes fueron los posibles responsables, podrían colocarse en peligro.

“Ya no hemos manejado nada del tema (del crimen de Villagomez), los colaboradores los articulistas se han ocupado de ello, a modo de memoria, nada más”, explica el director Francisco Rivera.

El resto de los diarios de Michoacán tampoco han investigado el caso. Primero pensaron los periodistas en hacer una manifestación y luego exigir a las autoridades, pero todo terminó – cuenta Rivera—en un respaldo moral. El silencio se extendió al resto de los medios mexicanos.

Dos semanas después del asesinato de Miguel Ángel, en la carretera Lázaro Cárdenas – Morelia las autoridades encontraron una cabeza humana dentro de una hielera acompañada de un mensaje que decía: “"saludos Chayo, Rogaciano y Changa. Esto va para toda la bola de putos que apoyan a terroristas de La Familia, nosotros no matamos gente inocente, matamos terroristas como éste y va para...(ilegible), no anden haciendo levantones no queremos que trabajen con notros ni que se metan, el que se meta que se atenga y gracias por los que nos están apoyando. Atte: Cártel del Golfo 100%”, según reportaron las agencias Notimex y EFE.

Ningún periódico de la Ciudad de Lázaro Cárdenas publicó alguna nota sobre este hecho. Para entonces Noticias de Michoacán ya había sufrido un cambio significativo en sus páginas: dejó de publicar los temas vinculados al crimen organizado. Se autocensuró. Esa omisión voluntaria sus lectores se lo han reclamado, pero es la única arma que Rivera dice que tiene contra el riesgo que enfrentan sus reporteros y para poder “vivir con miedo”.

“Hemos evitado dar información, a excepción de la que produce la Procuraduría sobre algún asesinato, algún hallazgo (un cadáver), pero siendo breves. No le damos mucha cobertura a ese tema. Le damos el tratamiento light y la información también bajó en otros medios. Si vemos que hubo alguna emboscada o algo así lo dejamos por la santa paz”.

¿Después del crimen han ocurrido hechos graves de violencia en Lázaro Cárdenas que no haya publicado el periódico?, se le pregunta al director.

“Sí se han dado ‘levantones’, algunas ejecuciones, lo sabemos pero hasta allí, no lo publicamos. Los lectores lo reclaman porque no sacamos esos hechos, pero esperamos o nos hacemos a la idea que nos están entendiendo los lectores de porqué no lo publicamos”.

Hasta ahora las autoridades de Guerrero y Michoacán no han presentado ningún avance en las investigaciones del crimen de Villagomez Valle. En el diario, no han recibido citatorio o notificación alguna.

Ante los parcos avances en las investigaciones de todos los casos de periodistas asesinados o desaparecidos en México, la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) ha solicitado de manera reiterada que el gobierno mexicano cumpla con los tratados y convenios que ha firmado y que consideran a la libertad de expresión como un derecho fundamental que debe proteger y garantizar. En la Segunda Reunión de Editores de la República Mexicana, más de 50 directores de medios del país solicitaron al Presidente Felipe Calderón y al Congreso de la Unión que federalicen los delitos cometidos contra periodistas, para que sean atendidos y resueltos con imparcialidad y efectividad. En la Cámara de Diputados se discuten las propuestas sobre el tema.

Reporteros asesinados o desaparecidos en el estado de Michoacán
1991 – 2008

Esta es la lista de reporteros asesinados o desaparecidos en el estado de Michoacán. Ninguno de los casos ha sido resuelto y, por tanto, en todos se desconoce el móvil y las circunstancias en que ocurrieron.

La mayoría de las investigaciones está en manos de la Procuraduría General de Justicia del estado de Michoacán (PGJM), institución que no ha detenido a ningún responsable, por lo que prevalece la impunidad.

Miguel Ángel Villagomez
Asesinado el 9 de octubre de 2008.
Las investigaciones están bajo la jurisdicción de la Procuraduría General de Justicia de Guerrero.

Mauricio Estrada Zamora
Reportero y fotógrafo del periódico La Opinión de Apatzingán.
Desaparecido el 12 de febrero de 2008.
Sin avances en las investigaciones bajo la responsabilidad de la Procuraduría General de Justicia del estado de Michoacán.

Gerardo Israel García Pimentel
Redactor de La Opinión de Michoacán.
Asesinado el 8 de diciembre de 2007.
Sin avances en las investigaciones bajo la jurisdicción de la Procuraduría General de Justicia del estado de Michoacán.

Juan Pablo Solís
Empresario de radio y televisión de Zitácuaro.
Secuestrado el 7 de diciembre de 2007. Sin rastros de su paradero y sin resultados en las investigaciones. La Procuraduría General de Justicia del estado tiene a su cargo el expediente.

José Antonio García Apac
Dueño y director del semanario Ecos de la Cuenca en Tepalcatepec.
Desaparecido el 20 de noviembre de 2006. Sin ningún resultado e interés por parte de las autoridades. La delegación de la PGR de Michoacán tiene el expediente.

Jaime Arturo Olvera Bravo
Periodista independiente de La Piedad.
Asesinado el 9 de marzo de 2006.
Sin resultado en las investigaciones. La Procuraduría General de Justicia del estado tiene a su cargo las indagatorias.

Ramiro Ramírez Duarte
Subdirector de El Heraldo de Zacapu.
Asesinado el 28 de abril de 1999.
Sin resultados en las investigaciones. La Procuraduría General de Justicia de Michoacán tiene el expediente.

Lázaro Cárdenas
Locutor de Radio Azul.
Asesinado en marzo de 1991.
Sin avances y claridad en el caso. El expediente está en manos de la Procuraduría General de Justicia del estado.

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