El Espectador
Veintitrés años y siete meses después de que el enmohecido expediente por el magnicidio del director de El Espectador, Guillermo Cano Isaza, transitara los cenagosos caminos de la impunidad, la Fiscalía declaró el crimen como un delito de lesa humanidad; con base en denuncias periodísticas de este diario y otros medios sobre múltiples cabos sueltos en el proceso, insuficientemente investigados, la justicia busca identificar, de una buena vez a los autores intelectuales que silenciaron las solitarias denuncias que le lanzó, desde su Libreta de Apuntes, a la mafia.
Hacia 1996 medio centenar de personas fueron vinculadas al proceso, incluido Pablo Escobar. Pero el cartel de Medellín asesinó, uno a uno, a testigos, magistrados, jueces relacionados con el caso y al abogado de la familia, Héctor Giraldo Gálvez, y después de interminables trasteos del expediente, los homicidios a la sombra seguían pasando de agache. Apenas en 1997 el empresario Luis Carlos MolinaYepes fue capturado y es el único condenado hasta hoy, pero como cambista de la mafia, su telaraña comercial jamás fue rastreada y muchos nombres con los que cruzó negocios cobran relevancia.
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